No hace mucho, cuando vino Gadafi a España, el extravagante libio pudo ver a los F-18 del Ejército del Aire escoltándole, y no es probable que imaginara que esos mismos aviones irían a hacerle una visita a su propio país, pero no precisamente con el encargo de defenderle.
La política internacional ampara estas curiosidades históricas, como ver al Gobierno de la Igualdad y de la ideología de género deshaciéndose en reverencias ante el emir de Qatar, que se ha dignado a visitarnos con una de sus tres esposas.
Si hubiese traído a todas, menudo lío con el protocolo y con la hipocresía, que casi no habría manera de disimularla, y la foto del grupo podría ponerse como ejemplo de los nuevos tipos de familia en los libros de texto de Educación para la Ciudadanía.
Estos príncipes del desierto, que no hace mucho vivían en una tienda guardando cabras -sólo podían aspirar a ser personajes de un álbum de Tintín- ahora tienen bula entre lo progre, y ante ellos se acaba el pensamiento único y la globalización, incluso se ponen algo nerviosos los sociatas al saludar a la emiresa, porque los petrodólares y las revistas del corazón la han rodeado de una majestad imponente, y los nuevos ricos sólo se estremecen ante el glamour de escaparate.
Originalmente publicado en La Gaceta.