El hombre que admiraba el pajarito de la catedral de León

MADRID, 29 (OTR/PRESS)

Pues le van a criticar hasta adelantar las elecciones desde la derecha porque dicen que, como siempre, llega demasiado tarde y desde la izquierda porque le acusan de haber elegido la fecha ideal para Rubalcaba, Rajoy y los mercados (esta izquierda nuestra tiene un punto de airada que la lleva a decir cosas pintorescas que nadie puede entender pero les da igual).

Pero críticas aparte y cuando ya el presidente Rodriguez Zapatero es como un yogur con fecha de caducidad, a uno le entra cierta congoja porque este personaje que nos cogió a todos por sorpresa cuando ganó a Bono (creo que el propio ZP fue el primer sorprendido y Bono el segundo), este hombre, digo, sin apenas vida fuera de la política, cruzó dos charcos que le precipitaron desde el gótico tardío al que tantas veces aludiera mi llorado Paco Umbral, a la ecléctica decoración del palacio en el que viven algunos sueños y sin duda sus peores pesadillas los presidente de este país. ZP llegó a ser secretario general del PSOE y candidato sin que nadie supiera cómo (salvo José Blanco) y luego presidente del Gobierno contra todo pronóstico por la mayor tragedia terrorista europea: los atentados de Atocha.

Y ahí se mantuvo casi un par de legislaturas al frente de unos gobiernos por los menos pintorescos, y estoy seguro que en esto de la «pintoresquez» de los gabinetes estarán de acuerdo no pocos socialistas objetivos. Yo tengo escrito que ha sido el peor presidente de la democracia y el peor secretario general del PSOE y aunque me reafirmo y lo mantengo, ahora me da congoja la irresistible caída del hombre, de ese personaje que nunca tuvo claro por qué acera caminaba él y cómo era posible que la realidad fuera justo por la contraria; nunca terminó de entender que el dinero publico era el de todos y que no se podía gastar alegremente; nunca terminó de entender que una transición con sus defectos y sus virtudes, no se improvisa en un sueño de verano ni se cambia el modelo económico con sólo desearlo; nunca entendió que muchos no le entendiéramos y nos consideró traidores porque tenía demasiados a su alrededor que le jaleaban todo y esos si fueron los verdaderos traidores. Nunca entendió que había una crisis mundial y otra nacional y que ni se podía contentar a todos ni aislar, como si no existieran, a quienes representaban a más de diez millones de españoles. Yo creo que Rodriguez Zapatero -y hoy lo digo con un cierto cariño y un cierto dolor- nunca entendió nada; es de esos tipos que les preguntas por la catedral de su ciudad y te dicen que hay un angelito muy bello arriba del todo a la derecha en el retablo de una capilla. Y es posible, pero quizás la catedral de León se pueda describir/entender de otra manera. No sé.

Por el bien de todos parece que es bueno poner fin a esta situación absurda, pero yo me alegro por él, por la persona que se esconde en el traje del presidente. Desde haces unos meses tengo la extraña sensación que cuando llega la noche y ZP se quita la americana, no se ve nada, no hay nada, como las pelis del hombre invisible cuando se quietaba los vendajes. a.aberasturi

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