Nada tiene que ver la España que heredó el todavía presidente del Gobierno en ese abril de 2004 con la que dejará el próximo mes de noviembre
Tras casi ocho años de Gobierno Zapatero, España ha pasado de jugar en la «Champions League» de la economía mundial, como a él mismo le gustaba decir en sus primeros años de mandato, a formar parte de los países más denostados de la periferia europea.
Alejandro Bolaños describe en El País la situación de la economía que deja Zapatero con una frase draconiana: «Noqueada, sin apenas resuello para encajar más golpes».
Apenas tres horas antes de la comparecencia de Zapatero para adelantar las elecciones, se divulgaba el dato que lo resume todo: 4,8 millones de parados.
Si en 2004, cuando Zapatero llegó a la Moncloa en todos los círculos económicos internacionales se hablaba del milagro español, con una economía que había conseguido crecer y crear más empleo que ninguna otra en Europa, y lograr el equilibrio presupuestario, ocho años después, las finanzas y la economía española se miran con desconfianza en todo el mundo.
La primera legislatura queda como la oportunidad perdida de Zapatero, aunque los datos contaran entonces otra historia: el Gobierno socialista obvió tendencias preocupantes, como la baja productividad o el galopante endeudamiento con el exterior, y apenas aplicó ajustes en el modelo económico que dejó Aznar, cuando no amplió algunas de sus apuestas, como el recorte de impuestos.
“Hemos mejorado con creces la herencia recibida” o “bajar los impuestos es de izquierdas”, son algunos de los lemas del presidente del Gobierno en aquella primera etapa.
Es cierto que durante este periodo España, al igual que el resto de países europeos, ha sufrido la crisis económica más dura de casi un siglo.
Como subraya Yolanda Gómez en ABC, las consecuencias para nuestro país han sido mucho más duras que para la mayoría de nuestros vecinos europeos. Y en eso, apuntan los expertos, parte de culpa la ha tenido la errática política económica del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
Las cifras son elocuentes. El número de parados ascendía a 2,28 millones en el primer trimestre de 2004. Hoy esta cifra casi se ha duplicado y se acerca peligrosamente a los cinco millones.
En el periodo se han generado 2,5 millones de desempleados. Eso sí, Rodríguez Zapatero ha sido el presidente del Gobierno que más cerca ha tenido el pleno empleo.
En 2007, antes de estallar la crisis, se había conseguido reducir el paro a 1,7 millones de desempleados y la tasa de desempleo se llegó a colocar por debajo del 8% de paro.
El estancamiento de la economía española es el otro de los graves problemas que heredará el Gobierno que salga de las urnas el próximo 20 de noviembre.
El Producto Interior Bruto (PIB) creció un 0,8% en el primer trimestre de este año respecto al mismo periodo de 2010, según los últimos datos disponibles del INE, muy por debajo de lo que crecen las principales economías europeas, como Alemania o Francia, que avanzan a velocidad de crucero.
Lejos quedan aquellos avances de la economía superiores al 3% que encontró el PSOE cuando ganó las elecciones en 2004.
Falta de confianza
Crecer y crear empleo serán, por tanto, los principales retos del nuevo Ejecutivo, que previsiblemente preisidirá Mariano Rajoy. Pero no podrá hacerlo si antes no logra recuperar la confianza perdida en la economía española.
El indicador más claro para medir esa confianza es la prima de riesgo que se exige a la deuda española frente a la alemana.
Esa prima, que estaba en cero en 2004, superaba este 29 de julio de 2011 los 350 puntos básicos, lo que dificulta la financiación no solo de las Administraciones Públicas, que tienen que pagar muy caras sus emisiones de deuda, sino también la de empresas y familias.
Zapatero, que heredó unas saneadas cuentas públicas y que llegó incluso a tener superávit en algunos años de su mandato, deja ahora un agujero cercano a los 100.000 millones de euros (más del 9% del PIB), pese al giro de 180 grados que tuvo que aplicar en su política económica en mayo del año pasado, obligado por los mercados, los socios europeos, los organismos internacionales y hasta el propio presidente de los Estados Unidos.
Nada tiene que ver la España que heredó el todavía presidente del Gobierno en ese abril de 2004 con la que dejará el próximo mes de noviembre. La tarea para Rajoy y el nuevo Ejecutivo que casi con toda seguridad surgira d ela victoria del PP en las urnas, será ingente.