Sólo habrá dos Consejos de Ministros en agosto
Con España sumida en el más absoluto caos, la prima de riesgo por las nubes, la cifra de paro en niveles históricos, Bildu burlándose día sí día también de los ciudadanos demócratas, los indignados colapsando Madrid, las farmacias al borde del desabastecimiento y, para rematar, con hortalizas españolas tiradas por los suelos en Francia, el Gobierno socialista ha colgado el cartel de Cerrado por vacaciones en uno de los veranos más negros que se recuerdan.
A pesar de que en poco más de tres meses a la mayoría le puede esperar un largo periodo de descanso obligado, a buena parte del Gabinete socialista le ha podido la impaciencia y ha decidido cambiar su cartera ministerial por el bolso de playa.
A diferencia del resto de mandatarios europeos, que en su mayoría ha suspendido sus vacaciones para hacer frente a la crisis de la deuda, la actitud de los miembros del Ejecutivo español ha sido bien distinta.
El mismo Zapatero lleva confinado ya nueve días en Doñana. Tras una semana de supuesta actividad en la que reunió a un minigabinete de crisis en Moncloa, el presidente puso tierra de por medio y cambió el asfalto madrileño por las marismas del coto andaluz.
Y hasta el jueves 18 de agosto de 2011, que recibirá al Papa, no tiene ningún acto su agenda.
Así, la veda quedó abierta y la mayoría de ministros decidió seguir sus pasos, aunque algunos precursores acumulan ya varias semanas de asueto.
Es el caso de la ministra de Sanidad. Desde sus instantáneas en bikini en playas de Menorca cuando se coló junto a sus padres en el islote de Lazareto a principios de julio, pocas noticias han trascendido de los quehaceres de Leire Pajín.
La crisis farmacéutica que tiene en pie de guerra a los boticarios y que podría provocar un desabastecimiento de medicamentos no parece preocuparle. La titular de Sanidad ha estado ausente en una situación sin precedentes, que el pasado jueves llevó a las farmacias de Castilla-La Mancha a la huelga para reclamar los impagos que el Gobierno socialista les dejó.
Pajín, sin embargo, delegó sus responsabilidades en el secretario general de Sanidad. El recién nombrado ministro del Interior no parece haber abrazado con muchas ganas su nuevo cargo. Así se deduce de su actividad en las últimas semanas.
Antonio Camacho estuvo desaparecido durante la crisis de en la que los indignados ilegales colapsaron Madrid varias noches, provocando graves incidentes. El desalojo de los acampados en Sol provocó la ira de los radicales, que intentaron incluso asaltar el Ministerio del Interior. Pero ni por esas Camacho salió al paso. Fue la delegada del Gobierno en Madrid la encargada de gestionar los incidentes que acabaron con siete policías heridos.
Mientras, en Reino Unido, tanto Cameron como su ministra de Interior suspendieron sus vacaciones para dirigir el operativo contra los disturbios que asolan el país. Con más indicios que nunca para ilegalizar a Bildu, el ministro de Justicia ni está, ni se le espera.
Francisco Caamaño no es que se haya caracterizado por sus apariciones públicas, pero su ausencia este estío se antoja clamorosa.
Los proetarras están politizando casi la totalidad de los festejos en el País Vasco, haciendo protagonistas de los mismos a los presos de ETA y convocando actos de apoyo a la banda.
Mientras las peticiones de ilegalización aumentan cada día, el titular de Justicia no ha dado señales de vida. Desde el Ejecutivo, el apagafuegos Jáuregui –que este verano sirve lo mismo para un roto que para un descosido– fue el único en pronunciarse, para asegurar que aún no hay pruebas para actuar.
La ministra de Exteriores probablemente esté en el extranjero pero, desde luego, no en viaje oficial. Atrás quedaron las macrogiras veraniegas de Fernández de la Vega para estrechar lazos con los países pobres.
Con la escena internacional preocupada por la hambruna del Cuerno de África, la titular de Cooperación ha pasado del drama. En el Palacio de Viana ya nadie se acuerda del Plan África. Trinidad Jiménez ha estado ausente durante toda la crisis de la deuda que trae de cabeza a la UE, y no asistió ni al minigabinete de crisis.
En los últimos días, Jiménez no se ha pronunciado sobre la masacre de Asad en Siria, y de la Guerra de Libia, ya ni se acuerda.
Aunque al final parece que no fue más que la típica serpiente de verano, la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, no se pronunció sobre la reclamación de la mitad de los ingresos de la Alhambra por parte de Marruecos, que luego salió al paso y desmintió este extremo.
Y parece que esta será la tónica general al menos hasta el viernes, cuando se celebra uno de los dos únicos Consejos de Ministros que Zapatero ha convocado para el agosto más caldeado de los últimos años.