Como un predicador norteamericano. Así apareció ante una nutrida concurrencia en el Hotel Intercontinental Mario Conde para presentar en sociedad su último libro ‘ De aquí se sale’. Apenas rostros conocidos, nadie de la política ni tampoco primeros o segundos espadas de la economía. El autor prefirió rodearse de sus más íntimos, familiares, amigos, algún compañero de mesa de las tertulias de Intereconomía y hasta tres directores de prisiones con los que hizo amistad durante su estancia en presidio.
Conde, que prefirió desgranar las ideas de su obra (no todas, que sino nadie compraría después el libro, tal y como dijo en broma durante su alocución) yendo de un lado a otro de la pequeña tarima habilitada al efecto, como si en vez de estar presentando su obra, estuviese dando una prédica, una homilía desde un púlpito. Micrófono en mano, fue yendo de lo general a lo particular, y viceversa. No rehuyó la culpabilidad que el mismo, al igual que el resto de la sociedad, ha tenido en llegar a la actual situación en la que el dinero no fluye, las empresas cierran, las personas se van al paro y lo único que interesa es contar con bancos saneados, como si de ello dependiese el futuro de España o de cualquier otra nación.
De hecho, sin llegar a conjugar el término ‘indignados’ o hacer mención expresa al movimiento del 15-M, lo cierto es que el ex banquero reconoció que es normal que los jóvenes protesten ante una situación extrema en el que no se encuentra la salida, pero no compartió en modo alguno las propuestas vertidas porque entiende que no están acordes a la realidad, al igual que tampoco lo es el hecho de que cualquier joven que estudie a fondo, que se interese por los idiomas, que haga un máster o que se forme convenientemente tenga como respuesta su no inclusión en el mercado laboral.
Y es que aparte de ese papel de predicador que pareció asumir, también hizo gala de ser un perfecto analista a toro pasado de lo que iba a suceder. Recuerda que en el año 1993, en una conferencia en la que estaba presente Su Majestad el Rey Don Juan Carlos I, Conde no dudaba en mostrar sus reservas sobre la clase política. Aseguraba que era vital desde entonces que la sociedad civil tomase las riendas, el control del destino para poder propiciar un futuro más halagüeño.
De hecho, por si alguien pudiera pensar de forma malévola, tratando de identificar ese pensamiento con su salida de Banesto, aclaró que «lo dije en un momento en que no estaba enfadado con nadie y aun no me habían quitado ningún banco». Y si eso pensaba en 1993, a pocos meses de la intervención de la entidad bancaria por parte del Banco de España, algo que no fue ninguna inocentada, pese a hacerse un 28 de diciembre, para Conde el contexto sigue siendo el mismo, pero más acuciante ahora, cuando estamos ante un paro brutal de cinco millones de personas.
Tampoco faltaron veladas críticas al circo de la moneda única. El escritor rememoró un anuncio en el que se veía a dos ancianos congratulándose porque con el euro ya no correrían peligro sus pensiones. La sentencia de Conde fue tajante: «¡qué lo emitan ahora en televisión!»
