Crónica de un medicamentazo anunciado

Llamarse Ana Mato es un hándicap para cuidar de la salud de los españoles

A nadie le extrañará que la oposición intente pescar votos en esas aguas revueltas

Cada vez que una oposición quiere desacreditar a un gobierno, añade la terminación “azo” al final de la palabra que irrumpe en la opinión pública y la opinión publicada. La finalización “azo” pone en guardia al personal, proyecta autoritarismo en los responsables del gobierno y le permite a la oposición disfrazarse de desinteresado Robin Hood dispuesto a socorrer a los más débiles. Cualquier palabra que de repente acabe en azo pone cachondos a los partidos que aspiran a gobernar, de los nervios a los partidos que están gobernando y como locos a los chicos de la prensa, que ven el cielo abierto y pueden resumir en una sola palabra unos cuantos folios de insoportable retórica.
Crónica de un medicamentazo anunciado
 
En pleno apogeo político, social y mediático del “Medicamentazo”, los españoles repasan sus síntomas, sus prescripciones crónicas, sus propensiones cíclicas, a ver si quedan expulsados o no del paraíso del nuevo Vademécum que se ha sacado de la chistera Ana Mato. La señora Ministra de la cosa, es que tiene el apellido menos recomendable para dirigir un Ministerio que va de todo lo contrario. Los españoles, en las encuestas del CIS, ponen en duda su capacitación para dirigir la Sanidad española. Pero, éste país es tan suyo, tan peculiar, tan sorprendente, que si esta mujer en vez de llamarse Ana Mato se llamase, por ejemplo, Ana Salvo, igual salía mejor parada en las prospecciones demoscópicas, al margen de que sus aptitudes fuesen las mismas que, por lo visto, sólo percibió Mariano Rajoy.

Con el medicamentazo ocurre una cosa muy curiosa de resultado capicúa. Que es lo mismo que sea verdad o todo lo contrario que sobren 425 medicamentos. Del derecho y del revés, se llega a las mismas conclusiones pesimistas respecto a los políticos españoles. Si no sobraban, como aseguran representantes de un partido que apenas hace ocho meses sostenía al gobierno, ¿por qué Pajín no le dijo a ZP que, con el déficit, la deuda y la cosa, se estaba poniendo en riesgo la financiación de 425 fármacos esenciales? Y, si sobran, como aseguran ahora los que apenas hace ocho meses ejercían la oposición, ¿por qué no lo denunciaron, por qué no lo hicieron público, por qué se callaron como muertos y esperaron a entrar en el gobierno para deshacerse de fármacos caducos, que se han quedado anticuados y que le pueden ahorrar unos centenares de millones de euros al erario público?

Entre la hipocresía del PSOE y el eufemismo del PP

Después se quejan de que los españoles consideren a la clase política uno de sus mayores problemas. Cuando el PSOE gobernaba, o sea, antes de ayer, no dejaron blindados 425 fármacos básicos, el sistema sanitario, el sistema educativo y el conjunto del estado de bienestar, mientras cada día se endeudaban hasta las cejas de Zapatero un poco más que el día anterior pero menos que el día siguiente. Pero si alguien recuerda alguna voz del PP cuando estaba en la oposición, o sea, antes de ayer, avisando que sobraban 425 fármacos en plena penuria nacional, por favor, que se lo comunique a Periodista Digital.

¿De qué van estos señores y señoras, los unos y los otros, con la absurda batallita de los medicamentos? ¿Por qué sale ahora el PSOE a asustar a los españoles, como el coco a los niños, si ya sabían hace meses que su ritmo de gasto, de endeudamiento, ponía en peligro tantas cosas, tantas prestaciones sanitarias, educativas y farmacéuticas? ¿Y por qué el PP nos sale ahora con el cuento de los medicamentos prescindibles, obsoletos, en vez de tratar a los españoles como adultos y decirles que, puestos a recortar por exigencias presupuestarias, han tenido que elegir entre fármacos vitales para la salud y fármacos sustituibles por remedios caseros que, in illo témpore, cuando en éste país sabíamos que no éramos ricos, eran infalibles?

Nunca es triste la verdad; lo que no tiene es remedio

Con la verdad se va a todas las partes, a excepción de un lugar al que se puede llegar a base de mentiras: La Moncloa. Pero quizá va siendo hora de que los políticos aprendan a inmolarse electoralmente por su país. A tomar las decisiones que estén convencidos que deben tomar en beneficio de los ciudadanos, sin miedo a que los ciudadanos se tomen represalias electorales. Todo parece indicar que Ana Mato acaba de anunciar un medicamentazo. A nadie le extrañará que la oposición intente pescar votos en esas aguas revueltas. Seguro que hay industrias farmacéuticas haciendo vudú contra la dieta de adelgazamiento del Vademécum y españolitos con estreñimiento, diarreas, migrañas, hemorroides, dermatitis, psoriasis, reumillas y demás achaques acordándose de la señora madre de la señora ministra.

Pero igual la crisis acelera el proceso de madurez colectiva, y cualquier día de estos los ciudadanos de ésta país empiezan a comprender el significado de una reflexión que nos cantó Xoan Manuel Serrat: “Nunca es triste la verdad; lo que no tiene es remedio”

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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