Es una parodia de cómo se matan moscas a cañonazos
La España Oficial que se va apuntando al 7,1%, que lo hace público a bombo y platillo, que utiliza los medios de comunicación como cajas de resonancia para esparcir su «beau geste» a los cuatro vientos, está consiguiendo el efecto contrario al que persigue.
Asustada, avergonzada, sobrepasada, obedece a ciegas las consignas de los sesudos asesores de imagen, de los mercenarios que, en los siniestros laboratorios de la Casa Real, de La Moncloa, de las 17 moncloitas esparcidas por la geografía nacional y de algunas de las ciudades con más reflejos demagógicos, experimentan con los sentimientos del ser humano.
El 7,1% de rebaja salarial que ha anunciado La Zarzuela, el Gobierno, hoy mismo el Consello de la Xunta de Galicia y en los próximos días amenaza con convertirse en una epidemia extendida por los cuatro puntos cardinales, debería erizar los pelos de la piel de los españoles embargados por la emoción, como habían calculado fríamente los sociólogos a sueldo que utilizan a los españoles como materia prima.
Pero todo parece indicar que está produciendo sarpullidos, alergias emocionales e inesperados brotes de indignación de un pueblo que, cada vez que el busto parlante de un televisor destaca en titulares otro de esos «numeritos» en cualquier Olimpo estatal, autonómico o municipal, se siente además de burro apaleado.
¡Qué se lo metan por donde les quepa!
En horario infantil, no es cuestión de repetir lo que se va oyendo por ahí, los sapos y culebras que salen por las bocas de los gobernados ante el show salarial que están montando los gobernantes.
No se trata de que los ciudadanos quieran vivir como reyes, aunque tampoco se resignen a vivir como ratas, ni de aspirar de repente a que los reyes, mientras sigan siendo reyes, vivan como pobres mortales. Pero la rabia se expande por la geografía española cada vez que los electos, tan sabios ellos, tan bien asesorados, se toman por gilipollas a los electores.
¿Saben ustedes la frase más frecuente que se escucha en las cafeterías, en las salas de estar de las casas, cada vez que un nuevo Olimpo anuncia su solidario harakiri salarial…? ¡Que se metan el puñetero 7,1% por donde les quepa!
Ni siquiera los sociólogos a sueldo, los «fontaneros» de las sedes gubernamentales, han comprendido que hay un antes y un después desde que empezó la crisis. Leen una y otra vez las tozudas encuestas del CIS, y creen que el desapego de la opinión pública respecto a la clase política responde a una enajenación mental transitoria colectiva. Siguen haciendo experimentos con cobayas humanos, buscando elixires mágicos, potingues milagrosos que consigan revertir la alergia crónica que les producen los 450 mil compatriotas que viven del cuento de la buena pipa de la política y de las cuentas públicas a crédito, con intereses galopantes y el aval de 47 millones de españoles y generaciones sucesivas.
Menos gestos salariales y más ERES políticos
¿No sería más fácil cambiar a los gobernantes que intentar cambiar a los gobernados? ¿No sería más práctico reducir «garrapatas» políticas, parlamentarias, municipales, institucionales, que seguir masacrando a la gente corriente?
En el primer semestre del año se le han fugado a España 40 mil cerebros, subvencionados con el dinero de 47 millones de desinteresados mecenas. Se acumulan en las oficinas del paro casi 6 millones de ciudadanos afectados de parálisis laboral, en parte transitoria y en la mayoría de casos permanente.
Caminamos por la frontera de los 9 millones de jubilados, a los que han empezado a amargarles su merecido «reposo del guerrero». Descontamos a los niños, a los dependientes, a los sindicalistas liberados y a los excluidos, y el resultado de esta ecuación humana es un país en el que empatan prácticamente el número de españoles a los que puede «ordeñar» Montoro y el número de españoles a los que debe sustentar el Estado. Aproximadamente 16 millones de españoles tienen el privilegio de trabajar y otros 16 millones el derecho a poder sobrevivir con dignidad.
En estas condiciones, con la población activa menguando y la población pasiva creciendo, ¿cómo es posible que 450 mil individuos puedan seguir mamando, por activa o por pasiva, de la política? A Rajoy le tiembla el pulso ante la simple hipótesis de meter a fondo el bisturí. Rubalcaba va de Robin Hood de los desheredados, pero mira hacia otro lado cuando se trata de consensuar una inmolación generalizada de los que viven del negocio.
Durán i Lleida se sube a la tribuna, le suelta un sermón al Gobierno y ni siquiera se sonroja con la chapuza del Palau. Cayo Lara, el protector de la justicia social, todavía no ha pedido un ERE parlamentario en el Congreso y las 17 sucursales autonómicas. Amaiur es un paradigma del cinismo, chupando del bote de un Estado al que le echan cada mañana un mal de ojo.
Nadie, ninguna y ninguno de sus señorías, está dispuesto a despegar su culo del escaño y renunciar a su botín mensual de las arcas del estado.
España está atrapada sin salida. A esos tipos de derechas, de izquierdas, nacionalistas, republicanos, separatistas, centralistas, autonomistas y cuentistas, nos les mueve la silla ni la madre que los parió. Han venido para quedarse. De mirones del desolador paisaje de España, contemplando los toros desde la barrera y siguiendo las instrucciones de sus managers:
«Recuerda que de vez en cuando hay que darse golpes, acompañar en su sentimiento a los ciudadanos, sentir sus irreparables pérdidas, ceder un 7,1% de tus pingües ingresos, salir a las calles, invitar al palco del Congreso a las mujeres de los mineros, decir lo que quiere escuchar el pueblo…Pero, eso sí, ni se te ocurra irte a casa, dejar éste chollo, soltar la ubre del Estado de la que puedes mamar por las siglas de las siglas. Porque, verás, ahí fuera de esta confortable y vitalicia placenta política, hace mucho frío»
Una parodia de cómo se matan moscas a cañonazos
Este asunto del 7,1%, es una tomadura de pelo. Un ejemplo clarificador de lo que significa matar moscas a cañonazos Es tan demagógico, tan manipulador, tan inútil, que se ha montado en el carro incluso Abel Caballero, el alcalde de Vigo paradigma de la política rastrera, que lo va a proponer en el pleno municipal y en la Federación Española de Municipios y Provincias.
Con el miserable 7,1% de tantos sueldos improductivos, excesivos, inútiles y prescindibles, pretenden que los españoles olviden que siguen siendo una parte fundamental del problema. Incluso que, los más incautos, caigan en la tentación de pensar que pueden empezar a ser parte de la solución.
Queda claro que para ser político, gobernante, legislador, alcalde y cosas de esas, hasta 450 mil, es imprescindible una cualidad de naturaleza genética: la caradura.