Si a Ángela Merkel la hubiesen inmortalizado en vídeo ante la Acrópolis, nuestros nietos quizá la contemplarían al filo del siglo XXII como un documento histórico de la convulsa Europa durante la segunda década del siglo XXI.
Sin Wehrmacht, sin Panzers, sin Luftwaffe, sin Gestapos ni SS hurgando en cada metro cuadrado de Atenas, las imágenes de ayer, en la tierra en la que los filósofos clásicos pusieron las primeras neuronas al servicio de la democracia, han podido herir la sensibilidad de una gran parte del respetable público europeo.
Alemanes hasta en la sopa
Ha vuelto aquella Alemania del siglo XX que invadía los pueblos de Europa. Está de nuevo en todas partes, en todos los países, con sus pacíficos y mortíferos “hombres de negro” patrullando por las calles, hurgando en los cajones de los despachos oficiales y doblegando las soberanías de los distintos y distantes gobiernos elegidos por los pueblos.
Hoy mismo, en algún lugar secreto de Madrid, se reúnen parlamentarios alemanes con representantes de diferentes movimientos de indignados españoles. Es una extravagante cumbre simiclandestina organizada por la embajada germana. Hace apenas unos días, miembros del Bundestag se trasladaron a Barcelona a bailarle los aires independentistas a Artur Más. El 25 S, la Gestapo financiera revisaba papeles en una planta del edificio del Banco de España cuando estallo la “batalla de Neptuno”.
Inmediatamente dejaron los números propiamente dichos, se centraron en los numeritos entre manifestantes y policía y se convirtieron en corresponsales de guerra urbana de Berlín. Hace unos meses, Cándido Méndez y Fernández Toxo acudieron al confesionario de Ángela Merkel a soplarle al oído los pecados y los suspiros de España. ¡Si es que tenemos alemanes hasta en la sopa!
De la superioridad genética a la superioridad financiera
El sofisticado IV Reich ha aprendido mucho de la historia. La raza aria ha abandonado su delirante dialéctica de la superioridad genética y se ha instalado en la dialéctica de la superioridad financiera. Vuelven a estar en todas partes, como Dios, pero han desarrollado un sistema de ghettos de pobreza, de paro, de exclusión social, que surgen por generación espontánea en los países “invadidos” (ahora se les llama países rescatados).
Los hoteles de Lisboa, Atenas, Madrid, Roma, vuelven a hervir de “espías” alemanes al servicio del ojo de la “Gran Hermana”. No es aquella fanática expansión teñida de sangre, de redadas humanas, de deportaciones, de holocaustos físicos que quedó grabada en la historia en blanco y negro. Ahora es una invasión a todo color, en tres dimensiones y sin noticias de ninguna línea Maginot de fuerzas aliadas para detener el avance. Entre otras cosas porque no hay fuerzas, ni han sellado ninguna alianza, ni se ha incurrido en el error de amenazar con otra “Batalla de Inglaterra”, ni Cameron es Churchill, ni el Tío Sam está por la labor de organizar un nuevo desembarco de Normandía.
El eje Washington-Londres versus Berlín
Esta vez, la Europa continental ocupada no puede contar con la RAF británica. Los nórdicos y centro europeos nos han dejado solos, como a los de Tudela. Y lo único que podemos esperar de los comandos yanquis, como ese de Stándar and Poor´s, no es precisamente ayuda, sino operaciones de sabotaje como la rebaja de la deuda española a la antesala del bono basura, con la que nos hemos despertado esta mañana.
La tercera guerra mundial es incruenta, silenciosa y devastadora. El occidente anglosajón se bate en duelo a muerte financiero con el occidente germánico, y la Europa mediterránea es un enorme campo de batalla en el que, el binomio Washington-Londres por un lado y Berlín por otro, utilizan a decenas de millones de seres humanos como meros cobayas. La Europa del norte, mientras tanto, en Ámsterdam, en Bruselas, en Helsinki, en Oslo, en Copenhague, en Luxemburgo, se ha convertido en territorio de nadie, de nada, habitado por impasibles “mirones” de experimentos financieros y sociológicos con millones de seres de su misma especie.
Sembrado “gobiernos de Vichy” y Pètains
Este es el paisaje que no permiten ver los árboles del Euro, de la prima de riesgo, de la anemia bursátil y de las líneas editoriales de un mundo de papel periódico que quiere pescar en aguas globales revueltas. Alemania ha vuelto a sus andadas, pero con la lección de sus errores del siglo pasado bien aprendida.
En cada país rescatado y cada país ocupado ha montado un “gobierno de Vichy”. De cada primer ministro de Grecia, de Italia, de Portugal, de Francia, de España, ha hecho una réplica adaptada del general Pètain. Y, en el colmo del ingenio de un país escarmentado, ha conseguido que las respectivas “resistencias” nacionales, la griega, la lusa, la española, la italiana, la francesa, no le tiendan emboscadas a los invasores, sino encerronas urbanas a sus propios gobernantes.
Sólo faltó que Ángela Merkel, el pasado 9 de octubre de 2012, hubiese posado para la posteridad con la Acrópolis de Atenas de fondo. Habría sido la réplica amable, civilizada y cínica de aquella terrorífica secuencia de Adolf Hitler, un lejano 22 de junio de 1940, posando en el París con la Torre Eiffel de fondo.