El liberal Friedrich Hayek escribió The Fatal Conceit y se lo dedicó al socialismo; vale para nuestros políticos. Cualquier dirigente del PP que se asome a la televisión, debería pedir disculpas a los electores. Nunca diciendo: yo no sé lo que pasaba en Génova 13. —SIGA LEYENDO EN LA GACETA—
Luis Bárcenas, 20 años tesorero y senador, nos ha mentido. Por lo menos en sus declaraciones juradas de bienes. Ha llegado a tener o controlar 20 millones de euros en Suiza. Y nadie le llama “cabrón” (excepto Correa). Y nadie pide perdón, lisa y llanamente. Nadie reconoce que fue imprudente tenerle de tesorero.
Ni siquiera perdió su derecho a conservar papeles en el partido, cuando dejó de ser militante del PP. Por eso, lo que les toca a todos es pedir perdón; de frente. Pedir perdón, por no ver la viga en ojo propio y criticar la paja en ajeno. Me decepcionan algunos políticos que admiro; porque la presunta corrupción de algunos en el PP, hace peor nuestra vida.
Esa es la razón que debería guiar el reencuentro de los ciudadanos con sus clases políticas o dirigentes. No cabe presumir. No caben condenas perifrásticas. Ni presumir de “lo que yo hice”, porque –a pesar de sus méritos innegables– eso no salva la sima entre ellos y nosotros que abrió Bárcenas.
Puestos a repartir carnés de inocentes, los que pagamos impuestos, tenemos el carné preferente. Hay que ser más críticos para reconocer áticos colgados de alquileres en Delaware; ni indemnizaciones estelares de empresas públicas; ni errores con empresarios mimados, de esos que te acompañan a dar vueltas al mundo, pagado todos…
No vale defender la cultura del mérito y la influencia de los apparatchik, cuando los Gobiernos del PP están repletos de dóciles roockies y amigos de. Es la fatal arrogancia de una clase política que no hace la menor autocrítica.