El Gobierno Rajoy fracasa en su promesa de crear empleo
La mejoría económica de finales de 2013 queda para 2014, la bajada de impuestos de 2014 para 2015 (año de elecciones autonómicas y generales) y la reducción del porcentaje de desempleo, para cuando termine la legislatura.
Son los tres datos económicos que el Gobierno ha soltado en su examen ante Bruselas que en clave política dibujan un panorama político negro para el Partido Popular.
Nada claramente positivo que ‘vender‘ al electorado hasta el final del mandato de Mariano Rajoy. Y la próxima primavera hay elecciones europeas.
El presidente del Gobierno se presentó en noviembre de 2011 a las elecciones generales como aquel que lograría reactivar el empleo, tras haberse perdido tres millones de puestos de trabajo con los socialistas en el poder, en la legislatura de la Gran Recesión.
Las previsiones presentadas ayer tras el Consejo de Ministros suponen admitir que su mandato acabará con 1,3 millones de empleos menos.
Que en su legislatura, la tasa de paro media acabará (el 25,8% en 2015) mucho peor que el último dato de desempleo del mandato socialista (22,8% en el cuarto trimestre de 2012).
España tendrá dos años más para reducir el déficit público hasta el 3% del PIB, tras una negociación con Bruselas que se salda con otra subida de impuestos, con otra andanada de recortes, con otro empujón a las reformas estructurales pendientes.
El ajuste presupuestario, piedra filosofal de la lucha contra la crisis en los últimos años, será menos agresivo, más lento.
Y, aun así, el Gobierno de Mariano Rajoy asumió ayer que también se retarda la salida de la crisis.
Para crecer por encima del 1%, para crear empleo de forma apreciable habrá que esperar, pronostica el Ejecutivo, a 2016. También aquí, dos años más de lo que preveía.
Mariano Rajoy ha consumido un tercio de la legislatura con el principal logro de haber salvado a España del rescate económico de la UE y de haber embridado el déficit público, pero le queda lo más complicado: la reforma de la Administración para adecuarla a los nuevos tiempos presupuestarios muy a la baja.
Las expectativas ante el último Consejo de Ministros estaban justificadas. De la reunión debía salir un Plan de Estabilidad con el que fundamentar la necesidad de flexibilización temporal del objetivo de déficit publico, un nuevo programa de reformas que avale esa menor exigencia de rigor fiscal y respalde el fortalecimiento de la capacidad competitiva de la economía y, no menos importante, decisiones que eviten la depresión económica.
El Gobierno ha cumplido el primer propósito con bastante más realismo que en ocasiones anteriores; también ha enunciado sus intenciones de nuevas reformas; aunque no ha adoptado decisiones concretas que impidan que sigan cerrando empresas y el desempleo se enquiste por encima del 25% de la población activa durante varios años más.
La tarea es cíclopea, pero el Rajoy tiene mayoría absoluta y a los políticos se les juzga no sólo por lo que hacen, sino también y de forma especial, por lo que pudieron hacer.