El curso que ahora estrena el presidente, durante el que llegará al ecuador de esta legislatura, es muy distinto al anterior

Mariano Rajoy sorprende a los suyos con una transformación inesperada

El presidente vuelve del veraneo con las 'pilas cargadas'

Mariano Rajoy sorprende a los suyos con una transformación inesperada
Mariano Rajoy. PD

Desde el PP se vende que el presidente podrá poner en marcha sus políticas, desembarazado ya de la pesada herencia recibida de la época zapateril que arrasó España

Al finalizar agosto el pasado año, si alguien hubiese dicho que íbamos a estar como hoy, nos habríamos reído de él. Echemos un momento la vista atrás.

El curso otoñal de 2012 fue el del rescate europeo en ciernes. Nadie, ni siquiera los más optimistas, creía que nuestro país no fuese a ser intervenido.

Incluso voces monclovitas «selectas» daban por hecho que «La Troika» pondría más pronto que tarde sus garras sobre Madrid: la prima de riesgo subía desbocada, los mercados internacionales nos daban calabazas, y con las cifras de paro machacándonos, la moral española se hallaba por los suelos…

Sólo había malas noticias. Tal era la negra situación doce meses atrás.

Únicamente Mariano Rajoy se empeñó en demostrar que el partido no se pierde hasta el pitido final del árbitro. Y ha tenido razón.

Y cuando alguien tiene razón, y además ha tenido que navegar con el viento en contra de la opinión pública, sorteando huracanes de quienes desde el primer momento tuvieron claro que cuanto peor le fuese a España mejor les iría a ellos… entonces esa razón hay que dársela. Y reconocerlo.

Rajoy eligió, por patriotismo, el camino más complicado. Apretó los dientes. Dejó de escuchar a los agoreros y se permitió incluso dar ánimo a sus más cercanos cuando llegaban cada mañana las malas noticias.

En realidad tuvo claro desde el primer momento que el rescate era un desastre para España porque la condenaba a una tortuosa marcha que duraría décadas. Por ello fue consciente de que debía evitarlo. Y cogió el toro por los cuernos… y lo evitó.

Este sábado el líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, curiosamente desde la genuina «Génova» italiana, ha debido reconocer que «lo peor de la crisis ha pasado». ¿Una pastilla muy difícil de endulzar para su partido?

Cierto: los dirigentes socialistas, cuando gobernaron, pisaron tantas veces el jardín de los «brotes verdes» que terminaron por desquiciar a los españoles mientras dilapidaban su credibilidad.

La diferencia entre aquellos brotes verdes del pasado y el reconocimiento actual del final de la crisis por Rubalcaba estriba en que entonces estaba en el Gobierno y hoy es la oposición. Por eso es más creíble.

Así están las cosas: los datos importantes empiezan a cuadrar. Mariano Rajoy, también el sábado 31 de agosto de 2013, en Soutomaior (Pontevedra), anunció que por fin el PP va a poder aplicar su programa económico y bajará los impuestos.

Por fin (insisto), el presidente podrá poner en marcha sus políticas, desembarazado ya de la pesada herencia recibida de la época zapateril que arrasó España.

Tras el verano se ha visto a «otro» Mariano Rajoy: con fuerza, rejuvenecido, muy confiado, buscando dar una imagen distinta.

Así lo confirman los suyos, que destacan un hilo conductor con el político que el 1 de agosto se enfrentó en el Senado al fantasma de Bárcenas y salió airoso.

Por supuesto, mientras no se consoliden las cifras que apuntan a un descenso del número de desempleados, los ciudadanos de a pie no percibiremos que salimos de la crisis.

Lógico: la losa de seis millones de parados es insufrible y se percibe en cada hogar. Pero lo cortés no quita lo valiente.

Rajoy apostó con todas sus fuerzas por una política reformista, tomó medidas por necesidad que ni a él mismo gustaban y que tanto cuestan dictar a cualquier mandatario, hizo tragar píldoras amargas incluso a sus votantes.

Lo hizo porque su objetivo, su único y gran objetivo, es sacar a España de la crisis. A eso lo fía todo.

Pues bien, cuando todavía no han pasado ni dos años desde que llegó a La Moncloa, el optimismo empieza a asentarse con razonabilidad entre los españoles. Se nota en el equipo de Rajoy. Enhorabuena.

A más a más… si el próximo fin de semana lográsemos el éxito de una Madrid olímpica en 2020…

 

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