El Ala Este de la Casa PP

Ruiz-Gallardón apadrina una rocambolesca jugada que sacaría a Soraya del Gobierno

El ministro de Justicia se ha deshecho en elogios hacia ella en un buen número de cenáculos, pero ¿con qué fin?

Ruiz-Gallardón apadrina una rocambolesca jugada que sacaría a Soraya del Gobierno
Alberto Ruiz-Gallardón y Soraya Sáenz de Santamaría. EP

Todos en el PP ven el batacazo en Madrid, pero igualmente todos cierran los ojos y encogen la cabeza, como si el golpe fuera ya inevitable

Mariano Rajoy guarda la calma, qué remedio. ¿Acaban siempre las aguas volviendo a su cauce? En fin… de lo que no cabe duda es de que esa «calma chicha» del presidente mantiene a los suyos en vilo en muchos sitios: Andalucía, Murcia, Castilla y León, La Rioja, Asturias, Valencia, Navarra, Cataluña, Alicante, Toledo, Salamanca, Valladolid, Madrid…

¡Ay, Madrid! La mudez sobre la capital es más parecida al silencio de los corderos que a una actitud realista en política. Todos ven el batacazo, sí, pero igualmente todos cierran los ojos y encogen la cabeza, como si el golpe fuera ya inevitable.

Y no se trata sólo de la capital de España. En un buen número de municipios madrileños se percibe con tanta claridad que el PP se deshilacha, que se ha gastado de no usarlo -aposentado en sus mayorías-, que lo increíble es que la dirección en Génova 13 no reaccione.

Quedémonos de momento con lo que sabemos. Lo real, objetivo, contante y sonante, es que desde el edificio de la gaviota se encargó un sondeo para saber quién sería la mejor candidata en las municipales de 2015. Algo es algo.

Ana Botella -faltaría más- ha estado en la quiniela, pero ha tenido por competidoras a Cristina Cifuentes, Lucía Figar y a la propia Esperanza Aguirre. O sea, el PP busca para Madrid una mujer.

Los resultados de la encuesta… los esperados, como ya contó El Semanal Digital: la peor valorada es la actual alcaldesa.

No es fácil encontrar una gestión más torpe que la protagonizada por Botella: Madrid Arena, el fiasco olímpico de Madrid 2020, la huelga de basuras… Las andanzas de la primera edil en Cibeles han sacado a la luz tantas cosas y ninguna de ellas positiva para el partido en el Gobierno municipal.

Lo peor de todo: la sensación, que ha calado, de que en poco menos de dos años la imagen de Madrid se ha deteriorado tanto que ha quedado convertida en una capital sucia y abandonada, fotografía para el blanco y negro, con unos regidores de mentalidad retrógrada, de otra época.

Cosas de tener una alcaldesa más preocupada por la decoración interior del palacio municipal que de los madrileños y de las calles de la capital de España

El baile de nombres para tomar el relevo de Botella ha sido incesante y tampoco va a parar estos próximos meses. A tanto ha llegado que recientemente se especuló incluso con el hipotético desembarco de la propia Soraya Sáenz de Santamaría.

Es verdad que la vicepresidenta se ha convertido en perejil de todas las salsas. De salsas, a veces, que sólo con probarlas se nota que a su equipo se le ha ido la mano.

También es cierto que los ciudadanos en general consideran a la «vicetodo» una persona trabajadora, seria y eficaz. Pero, desde luego, en este caso su posible designación como candidata en Madrid sería «una pasada» ¿A alguien en su sano juicio se le puede ocurrir que Rajoy va a desprenderse de su mano derecha en La Moncloa?

Pues sí: aunque cueste trabajo creerlo, a uno al menos se le ocurrió la idea.

¿De dónde partió la iniciativa de plantear la candidatura de la vicepresidenta como cabeza de lista del PP a la Alcaldía? Pues ni más ni menos que de los fogones del chef Gallardón.

En efecto, el ministro de Justicia se convirtió en el principal promotor del tan curioso «Soraya al Palacio de Cibeles». Seguramente lo hizo con buena voluntad, por su preocupación por Madrid, buscando enmendar el «error Botella» como sucesora, que perseguirá para los restos a Alberto Ruiz-Gallardón.

De hecho, tanto empeño puso el ex alcalde de Madrid y actual ministro de Justicia en «promocionar» a la vicepresidenta del Gobierno que se deshizo en elogios hacia ella en un buen número de cenáculos.

Sin embargo, no me creo, como dicen los adversarios de Gallardón, que lo hiciera por ver si sonaba la flauta y así escalaba en la pirámide del poder, sentándose en el sillón al lado del líder que dejaría vacío Sáenz de Santamaría. Por más que así fuese visto por personas cercanas a la «número dos» del Ejecutivo. No me creo que el maquiavelismo en la política española dé para tanto. ¿O sí?

 

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