Un gallinero es un sitio bastante ordenado en comparación con el caos que se vivió este miércoles en el centro de prensa instalado en el Senado por Moncloa, con el beneplácito de Zarzuel
Que yo sepa, el Rey anunció su abdicación el día 2 de junio de 2014. Han pasado más de dos semanas pero alguno parece que se enteró ayer, 18 de junio, y ha tenido que improvisar un dispositivo para los actos de abdicación y proclamación que, evidentemente, ha fracasado de forma estrepitosa.
Un gallinero es un sitio bastante ordenado en comparación con el caos que se vivió este miércoles en el centro de prensa instalado en el Senado por Moncloa, con el beneplácito de Zarzuela.
Recoger la acreditación para trabajar e informar, no para ir a tomar un gin tonic, fue una odisea inenarrable. Los periodistas tuvimos que hacer horas y horas de cola para conseguir un carnet que, en muchos casos, no estaba listo.
Una sola máquina impresora, un correo electrónico colapsado, escasísimo personal del que de verdad curra -del que mira y manda había decenas- y un dispositivo a todas luces insuficiente para atender a 1.200 informadores, fue el motivo por el que aquello se convirtió en el camarote de los hermanos Marx.
Casualmente cuando Moncloa y Zarzuela se unen para organizar algo el caos está casi garantizado.
¡Un poco de comprensión! ¡Estamos desbordados!, nos decían unas trabajadoras, voluntariosas pero desbordadas. ¡Es que sois más de mil!, argumentaban. Lo dicho, parece que en Moncloa y en Zarzuela se habían enterado el día antes de que el rey abdicaba.
El resultado fue, y de esto soy testigo y víctima, que a las doce de la noche todavía había periodistas pidiendo acreditaciones para unos actos que habían comenzado de manera oficial tres horas antes, cuando el Rey sancionó la ley orgánica en un acto en el Palacio de Oriente.
Por cierto, era de esperar, pero moverse por las inmediaciones del Palacio Real el miércoles por la tarde era una odisea. Atascos, cortes de calles, policía en cada esquina, en cada azotea, revisando domicilios puerta por puerta. Un ambiente, en definitiva irrespirable.
Pensarán en Moncloa y en Zarzuela que todo esto son tonterías y estarán tan contentos cuando vean por la tele una preciosa realización, unas calles engalanadas con flores y banderas y un público entregado a los nuevos Reyes.
Desgraciadamente esa es la cara bonita de la historia, pero hay otra que también va a trascender. Porque entre todos esos periodistas que ayer sufrimos el caos había decenas de medios internacionales que se llevaron una imagen casi tercermundista de nuestro país.
Estaba convencido de que España había aprendido a organizar eventos. Hemos tenido Juegos Olímpicos, mundiales de muchas disciplinas deportivas, encuentros políticos de primer nivel, bodas reales…
Y llega este momento y retrocedemos a hace 22 años cuando la misma mañana que se inauguró la Expo 92 en Sevilla aún había operarios apretando tornillos y extendiendo alfombras, albañiles dando yeso y pintores con su brocha rematando los últimos detalles.
Definitivamente Spain is different.
VÍA: El Semanal Digital