Las andanzas del pequeño Nicolás han pasado de algo jocoso a ponerse serias. El protagonismo del joven ha achicharrado a Jaime García Legaz, secretario de Estado de Comercio, que el sábado por la noche, en el programa de Telecinco Un tiempo nuevo, volvió a quedar en evidencia gracias a quien fue su «ahijado», que reconoció su oficio de «comisionista».
El asunto ha subido de temperatura, y no sólo por los correos electrónicos y mensajes de móvil desvelados a lo largo de la semana. Las declaraciones de Francisco Nicolás acusando a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y a su directora de gabinete, María González Pico, de estar detrás de su detención, colocan las insinuaciones del joven en la antecámara del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.
«Estoy casi seguro de que Soraya está detrás», afirmó el «niño de FAES» -entidad, por cierto, que continúa haciendo gala del silencio más absoluto al respecto- achacando a la vicepresidenta un papel en la «campaña de desprestigio» contra García Legaz, al que sigue protegiendo a machamartillo.
Sin embargo, el hambre de protagonismo de Francisco Nicolás le está costando caro al secretario de Estado de Comercio. Y más después de que el muchacho contase con total despreocupación que cobró comisiones por meter a empresarios en el despacho de García Legaz en el Ministerio de Economía.
Definiéndose a sí mismo como «conseguidor», Nicolás no respondió a la pregunta del periodista de El Mundo Javier Negre sobre la existencia de palabras clave en los mensajes de móvil relacionadas con las reuniones y los encuentros en el Ministerio.
«Yo sólo pongo la mano en el fuego por mí», indicó. Pese a su aparente aplomo, Nicolás no calibró que con esa frase achicharraba la de su «padrino» pese a intentar salvarle alegando que no le contaba todo lo que hacía.
Tras ello planea la sombra del tráfico de influencias si se concreta que Nicolás abría las puertas del despacho del secretario de Estado a unos empresarios que se beneficiaban -en detrimento de otros- de la relación mantenida entre el político y su pupilo.
Y es que ahora García Legaz tiene que afrontar otra duda más sobre el cómo, el por qué y los beneficiarios de dichas comisiones al margen de Nicolás, sumándose a la «campaña» en la que se ha metido solito el secretario de Estado con sus versiones contradictorias sobre la relación con el joven.