El monarca apela en su primer discurso navideño a la unidad de España y aboga por la regeneración política
El paro y la corrupción son los problemas principales de España para la mayoría de los ciudadanos, según todos los estudios de opinión. Y también para el rey Felipe.
En su primer mensaje navideño tras la abdicación de Juan Carlos I en junio 2014, la lacra de la corrupción, el desprestigio de las instituciones, la precariedad económica, la garantía del Estado de Bienestar, y «los inaceptables» índices de paro han ocupado el mensaje real, junto a la preocupación por Cataluña.
Desde una sala del Palacio de la Zarzuela, acondicionada para dar sensación de cercanía, el rey Felipe se colocó entre los españoles para poner un hilo conductor entre la crisis económica y los comportamientos corruptos, que provocan «indignación y desencanto».
Por el fondo y la forma, ha querido enviar el mensaje de un tiempo nuevo en relación con la institución que él encarna.
No es que don Juan Carlos no condenara la corrupción, que lo hizo hace dos años al proclamar que la justicia era igual para todos, nada más saltar el caso Urdangarin, pero el lenguaje de su sucesor es mucho más directo y entró al grano de los asuntos que considera esenciales sin entretenerse en recursos retóricos.
El discurso del rey Felipe VI marca distancias con el de Juan Carlos I en muchos aspectos, pero como su padre hubo una constante mención a España.
El actual monarca mencionó Cataluña (hasta en cuatro ocasiones), algo que su predecesor en el trono no hizo durante su discurso del año pasado, en el que se refirió al tema con sobreentendidos.
Sin embargo, Felipe VI obvió un asunto que su padre Juan Carlos sí abordó al inicio de su alocución: el terrorismo. Ni una mención por parte del nuevo rey.
Por el contrario, las palabras más usadas por Felipe VI fueron futuro (nueve veces), España (otras nueve) y alusiones a la democracia (hasta en cinco ocasiones).
Mencionó la corrupción (dos veces) y regeneración (otras dos), pero no usó palabras como pobreza, desahucios, desigualdad, sanidad o educación. Tampoco Latinoamérica.
Llama la atención que sólo habló de su padre una vez, pero para agradecer a los españoles su «ejemplo de seriedad y dignidad» durante el proceso de abdicación.
Tampoco, como era de esperar, mencionó el nombre de su hermana la infanta Cristina, que se sentará en el banquillo imputada por el caso Nóos, y sólo habló de su esposa y sus hijas en el momento de felicitar la Navidad al final del discurso.
A modo de curiosidad y aunque no parece haber sido intencional, durante todo el discurso Felipe VI evitó usar la palabra «podemos«.
Se despidió en español, como no podía ser de otra manera y usando los otros idiomas nacionales: «Feliz Navidad, Eguberri on, Bon Nadal, Boas Festas».
LAS 10 FRASES CLAVES DEL DISCURSO
El discurso de Don Felipe ha durado 12 minutos y 38 segundos y estas son las diez frases clave:
- Las conductas que se alejan del comportamiento que cabe esperar de un servidor público, provocan, con toda razón, indignación y desencanto.
- Es cierto que los responsables de esas conductas irregulares están respondiendo de ellas; eso es una prueba del funcionamiento de nuestro Estado de Derecho.
- Los ciudadanos necesitan estar seguros de que el dinero público se administra para los fines legalmente previstos; que no existen tratos de favor por ocupar una responsabilidad pública; que desempeñar un cargo público no sea un medio para aprovecharse o enriquecerse.
- Debemos cortar de raíz y sin contemplaciones la corrupción.
- Los índices de desempleo son todavía inaceptables y frustran las expectativas de nuestros jóvenes y de muchos más hombres y mujeres que llevan tiempo en paro.
- Debemos seguir garantizando nuestro Estado de Bienestar, que ha sido durante estos años de crisis el soporte de nuestra cohesión social, junto a las familias y las asociaciones y movimientos solidarios.
- Es evidente que todos nos necesitamos. Formamos parte de un tronco común del que somos complementarios los unos de los otros pero imprescindibles para el progreso de cada uno en particular y el de todos en conjunto.
- Millones de españoles llevan, llevamos, a Cataluña en el corazón. Como también para millones de catalanes los demás españoles forman parte de su propio ser. Por eso me duele y me preocupa que se puedan producir fracturas emocionales, desafectos o rechazos entre familias, amigos o ciudadanos. Nadie en la España de hoy es adversario de nadie.
- Disfrutamos de una estabilidad política como nunca antes en nuestra historia.
- Regenerar nuestra vida política, recuperar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones, garantizar nuestro Estado del Bienestar y preservar nuestra unidad desde la pluralidad son nuestros grandes retos.