Fue una hostia gigantesca. Me quedé solo en el despacho, y sí que lloré. Estaba roto. El momento de soledad ahí, a puerta cerrada, fue fuerte. Llegó un amigo para ayudarme a recoger los trastos, las fotos de mis padres y mis sobrinas
Fue conocido como ‘El Breve’. Màxim Huerta dimitió de su cargo como ministro a los pocos días de haberse hecho cargo de la cartera de Cultura.
A los seis días de ser nombrado, una decisión que ya causó revuelo y sorpresa, sus problemas con Hacienda, destapados por los medios, provocaron su salida express.
Ahora habla de ello en una entrevista con el suplemento ICON de El País como preludio del lanzamiento de su nuevo libro, ‘Intimidad improvisada’.
Huerta desvela cómo fue su nombramiento:
Estaba desayunando con mi amiga Virginia para preparar unas firmas de libros. Tras dos llamadas perdidas de un teléfono desconocido, a la tercera lo cogí. Y era Pedro Sánchez.
[Le conocía] De dos veces: una cita en un despacho con un político amigo, donde le llevé mis libros porque alguien de su despacho me lo había pedido, y una charla que ofreció en Válgame Dios, un restaurante en Chueca [Madrid]. Era un periodo ilusionante en España, se generó algo que algunos parecieron olvidar el mismo día que se nombraron los ministros. Era difícil negarse.
Y atención al encarguito que les manda a los que en su día fueron sus compañeros, esas televisiones y programas donde colaboró y trabajó como periodista:
Noté los prejuicios. Desde las televisiones que van de progresistas y maestras del periodismo trataron mi nombramiento con un fondo de burla. Y no tan fondo. Me di cuenta de que para algunos era un intruso. Mi madre también fue consciente. No soy gilipollas, soy mayor y tengo años, y hubo recochineo
Pero exculpa a su ex jefa, Ana Rosa Quintana:
Se satanizaba de dónde venía, que para casi todo el mundo no era otro sitio que el sofá de Ana Rosa, del que me siento muy orgulloso y en el que aprendí muchísimo. Pero nadie destacaba los años de informativos en Canal 9, cuando salté a presentar las ediciones nocturna y matinal de Telecinco o la cobertura del 11-S.
Deja esta sentencia de modo lapidario: «Aprendí esos días más del periodismo que de la política, te lo prometo»
El día de su dimisión fue así: «Esa mañana al principio me rebelé, no quería irme. Reconozco que con un poco de apoyo por parte del Gobierno me habría quedado, pero unos años atrás Pedro Sánchez ya dijo que no tendría a nadie con sociedades en su Gobierno».
Y fui consciente de que me había convertido en un problema para él. Luego se ha visto que las varas de medir las tenemos de diferentes tamaños, pero yo a las doce de la mañana ya tenía claro que se había acabado. Antes de que empezáramos a hablar le dije que dimitía ese mismo día. «No tengo ningún problema en irme, yo no soy político», así arranqué. Él aceptó y la charla derivó a una empatía de todos los colores cuyos detalles, si me perdona, me voy a quedar para mí.
Hay que reconocer que Huerta se ‘desnuda’ en la entrevista y no ahorra detalles para definir cómo se sintió:
Fue una hostia gigantesca. Me quedé solo en el despacho, y sí que lloré. Estaba roto. El momento de soledad ahí, a puerta cerrada, fue fuerte. Llegó un amigo para ayudarme a recoger los trastos, las fotos de mis padres y mis sobrinas. Y para mi madre creo que fue un alivio
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