Las cuatro preguntas del PP al Gobierno Sánchez, presentadas en el Congreso de los Diputados el pasado 10 de marzo de 2020, lo dicen todo:
«¿Cuál es el motivo por el cual algunas señoras ministras del Gobierno de España acudieron a la manifestación del 8 de marzo con guantes de látex? ¿Temían contagiarse de alguna enfermedad? ¿Que información tenían -previa a su participación en la manifestación feminista del 8-M- para considerar que la utilización de guantes de látex era una medida profiláctica? ¿Por qué motivo no hicieron un llamamiento público?».
Pedro Sánchez, con una irresponsabilidad criminal, apostó por seguir adelante con las manifestaciones feministas del 8-M en Madrid a pesar de que los casos de coronavirus comenzaron a dispararse 72 horas antes de las marchas.
El día 7 de marzo, mientras desde el Gobierno sostenía irresponsable que no había motivos para limitar o suspender las manifestaciones, Madrid ya se encontraba en una situación epidemiológica muy seria: el número de contagiados ya superaba la barrera del millar.
Salvador Illa, que como ministro de Sanidad presta ciega obediencia a su jefe y está demostrando escasa preparación para el cargo, ha tratado en los últimos días -y en respuesta a las críticas- de ocultar esa circunstancia.
Con una cara que espanta y dando por sentado que los españoles deben ser tontos o no se enteran, Illa afirmó este martes que el cambio de situación se produjo «el domingo al anochecer».
El ministro soltó esa increíble memez, cuando algunos periodistas -bastante escasos por cierto porque la orden a los deLaSexta, El País, Cadena SER, RTVE y tertulianos afines es no criticar en caso alguno la incompetencia y parálisis de Sánchez y su equipo, tras anunciar súbitamente medidas duras para la contención de la epidemia.
Entre estas medidas, que habría que haber adoptado 10 días antes siguiendo el ejemplo italiano, estuvieron la suspensión temporal de todos los eventos a puerta cerrada que reúnan más de 1.000 personas en las zonas declaradas de alta transmisión del coronavirus -Comunidad de Madrid, La Rioja, y las localidades vascas de Vitoria y Labastida- o la celebración a puerta cerrada de los partidos que reúnan «gran afluencia de aficionados», además de la prohibición de los vuelos procedentes de Italia.
Este 11 de marzo, Fernando Simón, director del Centro de Emergencias y Alertas Sanitaria, reveló a trompicones que el Ejecutivo disponía de información sobre la elevada propagación del virus ya desde horas antes de la marcha del 8M.
«El domingo en conversaciones informales con algunos compañeros de la Comunidad de Madrid estaban planteando que el número de casos estuvieran incrementándose más de lo esperado. Informaciones parciales que se fueron notificando a partir de las 14:00 o 15:00 de la tarde y que luego se concretaron el lunes por la mañana».
La manifestación en Madrid estaba convocada a las 17:00 de la tarde, y se alargó hasta cuatro horas. Es decir, a esa hora, el Ejecutivo ya era consciente del elevado riesgo de un evento masivo de estas características.
Este martes, en su primera comparecencia pública tras declararse la crisis del coronavirus, Sánchez esquivó cualquier autocrítica y se remitió a «las recomendaciones de la comunidad científica», mintiendo de nuevo.
La asistencia a la manifestación del 8M, según sus organizadores y el propio Gobierno, fue de 120.000 personas.
Sanidad, en una jugada que debería tener consecuencias penales para sus responsable, no actualizó la información que diariamente ofrece sobre el coronavirus hasta el lunes.
Entonces sí se constató un notable incremento, con 634 casos nuevos (999 notificados entonces).
Según el último balance de Sanidad (ofrecido a la 13:00 de este miércoles), los contagiados ascienden ya a 2.218, 506 más que el día anterior.
De ellos, 142 están ingresados en la UCI. Desde que se declaró la epidemia, han fallecido 47 personas.