El Gobierno de España va de chapuza en chapuza hasta el despropósito final.
Ya no solo son las comunidades autónomas quienes se malician de que el Ejecutivo de Pedro Sánchez esté escondiendo en el armario el número real de víctimas por el coronavirus.
Ahora se suman al carro los forenses, las funerarias, especialistas sanitarios y hasta los jueces. A ninguno de estos profesionales les cuadran las cuentas y dejan caer una cifra, alrededor de 10.000 fallecidos que no se han contabilizado como afectados por el coronavirus.
El diario ABC es quien recoge este 9 de abril de 2020 los datos de la ignominia gubernamental y la conclusión es que el baremos de muertos a los que no se ha catalogado de infectados por el Covid-19 estaría oscilando en una horquilla de entre el 40 y el 50%.
Un ejemplo claro para ilustrar la cifra es que solo en la Comunidad de Madrid a más de 3.700 ancianos fenecidos no se les pudo realizar un test para saber si estaban o no contagiados, con lo que echen cuentas del disparate que es el conteo que está haciendo el Gobierno de España.
Javier Jordán, presidente de Justicia en el sindicato de funcionarios CSIF, que representa a trabajadores de los 431 registros principales del país y 2.500 agrupaciones de justicia (o juzgados de paz), señala que a la cifra global de muertos le faltan, «como mínimo, otros 10.000 muertos más».
MÁS PRUEBAS DEL QUILOMBO GUBERNAMENTAL
El problema para el gabinete sociocomunista es que encima está dejando rastros evidentes de su impericia con pruebas documentales que son para enmarcar.
Hay una circular con órdenes precisas de los Ministerios de Sanidad y Justicia, con fecha del 28 de marzo de 2020 donde se prohíbe expresamente realizar autopsias a los cadáveres, que se adelanten las incineraciones para que sea posible efectuarlas antes de 24 horas y se cambie el procedimiento a seguir para certificar cada muerte.
Si se ha practicado el test de detección –y solo entonces–, el fallecido figura en la lista de Covid-19 como causa fundamental; se traslada en el certificado y se inscribe en el registro. Para que la muerte sea inscrita como sospechosa de Covid, debe haber síntomas de tal enfermedad (lo que inducirá a errores con otras afecciones respiratorias) y además no se contabilizan tales muertes como provocadas por Covid, lo que reduce las cifras oficiales de muerte por tal virus, describe el médico forense José Cabrera.
Otros forenses denuncia la falta de test en residencias y que tampoco se le hicieran a los anciando que aún vivían en sus casas:
El anciano que muere en su casa, ha ido a verlo el médico rural, le da un fármaco por su tos y muere, no figura en la lista. Si acaso, el médico lo inscribe en la lista de sospechosos. Eso, si el médico que lo trata tiene vista, porque lo conoce. Pero hay muchos muertos inscritos con la causa de insuficiencia respiratoria o neumonía agravada por el coronavirus que no se están recogiendo ni en una lista ni en otra.
Y ahí se produce el último de los embudos: la nueva categoría de sospechosos provoca un desfase entre las dos listas (la de fallecidos por Covid-19 y la de mortalidad global o habitual) de hasta un 70% al comparar las licencias de petición de enterramiento en los registros civiles y las muertes computadas, como ha ocurrido en Castilla-La Mancha.
Y ojo porque esta afirmación es directamente demoledora:
Si pusieran a todos los tribunales superiores de las autonomías a investigar el dato real de fallecidos, que nunca se sabrá oficialmente, sabríamos que el coronavirus en España sería la peste que ha diezmado a la población. El lío que se está produciendo por falta de previsión ante lo que venía es monumental. Si se sabe el dato real, se les cae el pelo.
Además, Justicia remite un segundo documento el 4 de abril de 2020: una instrucción que pide a los 431 registros civiles principales que comuniquen tal listado a un email. Otro problema que observa Jordán:
Hay 8.000 pueblos, donde no hay registro ni juzgado de paz, es el secretario del Ayuntamiento el que está rellenando esos formularios. Estamos cubriendo el 92-93% de la población, hay muertos que quedan fuera.