Irene Montero se ha realizado hasta cuatro test diagnósticos del COVID-19. Dos de ellos, en menos de una semana. La ministra de Igualdad, tras un mes dando ‘positivo’, logró el anhelado ‘negativo’ que le permita volver a sus labores políticas de forma presencial. Eso sí, tras un uso ostentoso de un material sanitario altamente solicitado por los profesionales sanitarios, entre otros esenciales, que aún desconocen si están contagiados o no.
La primera vez que la pareja de Pablo Iglesias tuvo acceso a los test diagnósticos fue el 12 de marzo. Sí, unos pocos días después de la celebración de la polémica manifestación del 8-M que terminó ayudando a la propagación del coronavirus. Con su primer ‘positivo’ se convirtió en el primer caso dentro del Gobierno de Pedro Sánchez.
Mientras guardaba la cuarentena, Montero veía cómo la actualidad política avanzaba sin ella. Así que apuró el segundo test. ¿El resultado?, un segundo ‘positivo’ del 28 de marzo lo que la obligaba a seguir en casa. “Seguiré en casa las semanas que sean necesarias para no contagiar a nadie”, afirmó la ministra. Sin embargo, su paciencia no duró tanto.
El pasado 17 de abril se confirmaba su tercera prueba diagnóstica y su tercer positivo. Un resultado que cayó como un balde de agua fría, no sólo por tener un mes en cuarentena, sino por las duras críticas que cayeron sobre el Gobierno y Podemos por el uso de tantos test que no están al alcance de otros profesionales españoles.
La solución, para los ‘Marqueses de Galapagar’, ha sido la esperada: gastar en menos de una semana un nuevo test. Finalmente, el ‘negativo’ esperado por Irene Montero. Así lo anunció ella misma a través de sus redes sociales:
“Recuperada del COVID-19 y contenta de finalizar el aislamiento. Toca seguir trabajando para un gran acuerdo de reconstrucción que ponga en el centro los cuidados y dignifique y proteja la labor de quienes cuidan de todos y todas”, indicó.
https://twitter.com/IreneMontero/status/1252508181810622464?s=20
Lujos sanitarios
El Gobierno de Pedro Sánchez ha presumido de haber realizado un gran número de test para diagnosticar el COVID-19. Sin embargo, ha escondido un detalle: a cuántas personas se han realizado. Más aún si se conocen que hay figuras como Irene Montero, quien ha tenido acceso a todos los test que ha solicitado. Por ejemplo, la vicepresidenta Carmen Calvo, quien tuvo hasta cinco pruebas diagnósticas (cuatro antes de ingresarla y una quinta con el alta hospitalaria).
La polémica por el uso del gobierno de los test no solo ha salpicado a Montero. Cristina Seguí explotó de indignación contra Pedro Sánchez.
La periodista publicó en sus redes sociales unas duras palabras contra el líder del PSOE por presumir que «somos uno de los países que más test hace del mundo». Una afirmación que no carece de credibilidad entre la población española y que generó que la autora del libro ‘Manual para defenderte de una feminazi’ lo tilde de ser “un miserable y un cerdo sinvergüenza”.
En concreto, Seguí escribió: “Merece la pena arriesgarse a una querella por decir que Pedro Sáchez es un miserable y un cerdo sinvergüenza”. Unas palabras que acompañó con el vídeo del presidente del gobierno en la primera sesión de control desde el pasado 26 de febrero, donde afirmó que España es «uno de los países que más test hace del mundo».
Merece la pena arriesgarse a una querella por decir que @sanchezcastejon es un miserable y un cerdo sinvergüenza. pic.twitter.com/zCO6JzX4Eh
— Cristina Seguí (@CristinaSegui_) April 15, 2020
La periodista no ha sido la única que ha puesto el ‘grito en el cielo’. Desde la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica se emitió un informe que derrumba el discurso de Pedro Sánchez, ya que desmonta uno de los puntos clave en la gestión de esta crisis: la capacidad de España para hacer test masivos.
En este sentido, apuntan a que «en la actualidad, en la mayoría de comunidades, los laboratorios clínicos están realizando esta actividad sin incidencias significativas».
Por si fuera poco, los datos apuntan a que España está lejos en la realización masivas de test, algo que sí se está realizando en otros países, esos que lanzaron desde el primer momento a un cribado intensivo de la población.
El Gobierno español tan sólo ha hablado de hacer un supuesto cribado con un millón de test y, más tarde, de hacer un mapa estadístico con poco más de 60.000. Sin embargo, es un plan que está muy lejos de servir como argumento para presumir en el Congreso de los Diputados.