El plan de desescalada, por lo menos en su inicio, ha demostrado ser un nuevo experimento totalitario y la rajada tremenda del presidente de la Comunidad Valenciana, demuestra que no es cosa de Díaz Ayuso, del PP o de la ‘oposición traicionera’.
«El 51% de los españoles pasan a la fase 1», anunciaba Salvador Illa el pasado viernes como resultado del Plan de Desescalada que ha si denunciado por diferentes presidentes autonómicos por no presentar criterios claros. Pero puede ser aún peor. Todo el montaje de este plan de desescalada puede que no sea lo mejor para sacar adelante al país que registra más muertes por millón de habitantes ante el COVID-19.
Así lo plantea el Premio Nobel de Economía, Paul Romer, en una entrevista concedida a ‘El País’, donde ha dado a conocer su plan para reabrir la economía estadounidense, aunque de las palabras del experto se puede concluir que el equipo de Sánchez va por mal camino.
Para Romer, el camino no son los territorios, son las personas, lograr distinguir entre los contagiados con el COVID-19 y los sanos que puedan hacer una vida productiva: «La base del plan es que debemos usar test y aislamiento. Hacer test a todo el mundo y aislar a las personas que son portadoras del virus. Si hacemos esto podemos controlar la pandemia y restaurar la confianza en la recuperación económica», expresó.
«A veces resulta complicado volver a lo esencial y liberarnos de toda la confusión», plantea quien fue economista jefe y vicepresidente sénior del Banco Mundial hasta inicios de 2018, y aunque parezca estar refiriéndose a Pedro Sánchez o Fernando Simón, en realidad habla de una realidad casi universal: la economía necesita más tests.
«La principal razón por la que alguien como yo quiere hacerse el test es para que la gente que esté a mi alrededor tenga la certeza de que no estoy infectado. Esto es lo que las personas quieren y tenemos que hallar la forma de dárselo».
El ganador del Premio Nobel en el año 2018 plantea una fórmula de la que está completamente seguro, gastar 100.000 millones de dólares al año con los que comprar 9.000 millones de test anuales y con esto bajar el precio de las pruebas. «En este país esto corresponde a 10 dólares por test. Representa 26 test por persona haciendo pruebas cada dos semanas. Lo cual supone 260 dólares al año. Si podemos pagar 130 dólares por refrescos cada año podemos abonar esa cantidad por las pruebas», dijo, aunque hay que reconocer que las compras –y menos las de tests– no han sido el lado fuerte del Gobierno de coalición.
En este sentido, manifiesta que la economía solo se puede recuperar con la confianza, precisamente algo que ahora mismo también escasea en España, donde el plan de desescalada viene a ser el adalid para alcanzar una nueva normalidad, una en la que el sector turismo, que aporta más del 14% del PIB, es precisamente el que más quejas tiene.
«Hacer test a todo el mundo y aislar a las personas que son portadoras del virus. Si hacemos esto podemos controlar la pandemia y restaurar la confianza en la recuperación económica».
El dilema salud o economía no existe en esta fórmula desarrollada por Paul Romer, pues trata de poner todo el esfuerzo en la única manera cierta de conocer los datos de contagiados, incluso de los asintomáticos, y en la medida que esta confianza se transmita a la población, la economía se pueda recuperar: «Para recuperar la economía, tenemos que asegurarnos de que la gente se sienta segura y con confianza. Hay que tener un plan para gestionar la pandemia que sea creíble, no solo este mes o esta semana. Invertir en test y aislar al pequeño número de personas que está contagiado es una estrategia simple, fácil de explicar y que no abandonaremos».
«Si la economía está en depresión durante meses o años sería una tragedia para las personas. Perderían sus ingresos, sus casas, pasarían hambre. Pero también sería un drama para los países porque aumentarían las desigualdades sociales, la destrucción de sistemas políticos y el imperio de la ley», concluyó.