En plena polémica por el contenido íntimo que esconde la tarjeta del móvil que espió el líder de Podemos

Marlaska intenta proteger a Iglesias ordenando a la Policía bloquear todo material sobre la ‘vida sexual’ de Dina

El texto de la orden va a más y señala que las precauciones citadas se tendrán que disparar “especialmente cuando los datos obtenidos subrepticiamente revelen algún dato de carácter personal relacionado con ideología, creencias, salud, origen racial o vida sexual”

Marlaska intenta proteger a Iglesias ordenando a la Policía bloquear todo material sobre la 'vida sexual' de Dina
Pablo Iglesias, Dina Bousselham y Fernando Grande-Marlaska. PD

Sólo faltaba en el turbio affaire de la tarjeta del móvil de Dina Bousselham, que Pablo Iglesias guardó en secreto y husmeó con morbo durante meses, que entrase el mercurial Fernando Grande-Marlaska y ya ha llegado.

En plena polémica por el contenido íntimo que esconde la tarjeta del móvil de Dina y los correos personal y fotos ‘picantes’ que estuvo mirando su jefe en Podemos, el ministro del Interior ha remitido una orden a la Policía Nacional en la que remarca la necesidad de bloquear todo material “hackeado” de dispositivos o terminales móviles que revele la “vida sexual”.

No da nombres concretos, ni señala casos. Es una instrucción ‘general‘, pero se entiende todo.

El pasado 3 de julio, el vicepresidente segundo del Gobierno y secretario general de Podemos, reconoció que se quedó con la copia de la tarjeta de su ex asesora y, sobre la marcha, se inventó una teoría surrealista para justificar su decisión: no quería -dijo- «someterla a más presión».

Iglesias descartó acabar imputado en la pieza Dina del caso Villarejo, que investiga el presunto robo del teléfono móvil de Bousselham, y se reafirmó como una víctima, si bien las investigaciones judiciales llevadas a cabo se tradujeron en que el juez le retiró la condición de perjudicado y ahora sobre él pende la sombra de dos delitos: revelación de secretos y daños informáticos (obstrucción a la Justicia), a los que podría añadirse un tercero de fraude procesal.

No la no confesada intención de proteger a su colega en el Consejo de Ministros, Grande-Marlaska ha remitido una orden a la Policía Nacional en la que subraya la necesidad de controlar el «delito de descubrimiento y revelación de secretos».

En el texto aclaratorio para los policías se les señala que «dentro del tipo genérico recogido en este artículo conviene destacar aquellos comportamientos cometidos por medio de la Red y que reciben el nombre de intrusismo informático o “hacking”, consistentes en el acceso o interferencia no autorizados».

O sea, que la definición se adapta como un guante a lo ocurrido con el móvil de Dina, cuya tarjeta fue extraída y acabó en manos de Pablo iglesias, tras pasar por un medio de comunicación que se la entregó al ahora vicepresidente y no a su legítima propietaria.

La orden policial subraya que las precauciones citadas se tendrán que disparar «especialmente cuando los datos obtenidos subrepticiamente revelen algún dato de carácter personal relacionado con ideología, creencias, salud, origen racial o vida sexual».

Podría decirse que Marlaska, perejil de todas las salsas, irrumpe en el caso Dina-Iglesias justo ahora que está de rabiosa actualidad.

Como subraya Carlos Cuesta en OKdiario, este 2 de agosto de 2020, ‘qué casualidad’.

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