Son especialistas en ver la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio.
El Gobierno socialcomunista de Pedro Sánchez y de Pablo Iglesias, que se pone muy exquisito a la hora de prohibir cualquier tipo de manifestación, gesto o amago en favor del franquismo, olvida sus escrúpulos con quienes se amistan con los asesinos de la banda terrorista ETA.
Al Ejecutivo de PSOE y Unidas Podemos hace mucho tiempo que se le ha visto el truco. Cuando en España existen problemas de calado y que se ve incapaz de resolver, saca el espantajo de Franco.
La cuestión es que, sin el Generalísimo ya en el Valle de los Caídos, ahora toca cargarse el recinto monumental y a aquellos que aún tengan vínculos con el franquismo.
La estrategia es clara, se trata de reescribir la Historia de España a mayor gloria de Pedro Sánchez intentando tapar por todos los medios posibles la libertad de expresión de quienes no bailan el agua a la coalición socialista-podemita.
DOBLE RASERO
Porque Sánchez, que está que no vive hasta no ver ilegalizada a la Fundación Francisco Franco, dota de cuantiosas subvenciones desde su Gobierno a fundaciones que hacen apología de asesinos del Frente Popular como la Fundación Largo Caballero, la Fundación Domingo Malagón, nombre del responsable del aparato de falsificación del Partido Comunista e integrante del Quinto Regimiento de las milicias populares, la Fundación Anastasio de Gracia o la Fundación Horacio Fernández Inguanzo, tal y como detalla Okdiario.
Porque, puestos a censurar ideas, ¿por qué no ilegaliza a los herederos políticos de ETA, es decir a Bildu? ¿Acaso es más respetable que los miembros de un partido homenajeen a terroristas vivos que el hecho de que cuatro nostálgicos ensalcen la figura de un dictador muerto ya hace casi cinco décadas?
Tal y como resalta un puntazo editorial de El Mundo este 16 de septiembre de 2020:
Una vez más este Gobierno, cuando su gestión naufraga y los escándalos se le amontonan, llama a la tumba del dictador. Su necrofilia ya resulta grotesca.
SUMA ARITMÉTICA A CAMBIO DE SACRIFICAR LOS REMILGOS MORALES
Pero todo tiene su explicación. Sánchez no puede aprobar sus primeros Presupuestos Generales del Estado sin contar con el apoyo de muchos partidos (no le alcanza solo con las huestes de Pablo Iglesias).
Al margen de las dádivas al ‘recaudador oficial’, el PNV; el Ejecutivo sanchista también se pliega a las demandas de ERC para retocar a la baja el delito de sedición y preparar la mesa de negociación.
Pero, por si las moscas, tampoco deja en la cuneta a otro partido que puede ser decisivo, EH Bildu, cuya portavoz en el Congreso de los Diputados, Mertxe Aizpurua, ya se jactó de estar condicionando la labor del Gobierno de España.
Y, claro está, a nadie se le esconde que Arnaldo Otegi, quien como otros socios de investidura exige el fin de la dispersión de los presos etarras, ya puede considerarse un aliado preferente del Gobierno socialcomunista.
No hay que remontarse muy lejos, a una semana vista, el 8 de septiembre de 2020, cuando Pedro Sánchez mostraba desde la tribuna del Senado sus condolecias por el suicidio de un preso etarra.
Por si fuera poco, dentro de unas horas, este 16 de septiembre de 2020, Pablo Iglesias va a reunirse con la portavoz de Bildu en la Carrera de San Jerónimo para seguir perfilando el voto positivo de los proetarras a las cuentas de Sánchez.
Los remilgos morales del presidente del Gobierno solo aparecen contra los nostálgicos del franquismo. Sin embargo, si hay que agachar la cerviz ante Bildu, Sánchez demuestra que es capaz de eso y más con tal de sacar los PGE.
