Hace un año, en 2019, evitó hacer balance del año ante los medios de comunicación porque estaba enfangado en las negociaciones para ser investido presidente del Gobierno.
Y en este 2020, aunque sí hará una valoración de lo que ha sido su primer curso de esta nueva legislatura, volverá a dejar en la estacada a la prensa.
Pedro Sánchez se ha asegurado un formato de comparecencia a su gusto, sin tener que responder preguntas complicadas de los periodistas.
Dicho en cristiano, otro ‘Aló presidente’ estomagante y empalagoso.
Porque, como siempre, estarán al quite Iván Redondo, su asesor áulico, y ese cancerbero de secretario de Estado de Comunicación llamado Miguel Ángel Oliver, ambos prestos y dispuestos a la cuidada selección de los informadores que tengan la fortuna de formular alguna cuestión al presidente del Gobierno de España.
El jefe del Ejecutivo socialcomunista desgranará el 29 de diciembre de 2020 todos los compromisos de su gabinete en un informe que ha contado con el asesoramiento y la validación de nueve profesores universitarios.
Se trata de Daniel Innerarity, catedrático de Filosofía Política en la Universidad del País Vasco, Manuel Villoria, catedrático de Ciencia Política y de la Administración en la Rey Juan Carlos, Ismael Blanco-Fillola, director del Instituto de Gobierno y Políticas Públicas, María Bustelo Ruesta, profesora de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad Complutense de Madrid, Cristina Elías Méndez, profesora de Derecho Constitucional en la UNED.
También conforman ese elenco de docentes universitarios Javier Lorenzo Rodríguez, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Carlos III de Madrid, Cristina Monge Lasierra, profesora de Sociología en la Universidad de Zaragoza, Carles Ramió Matas, catedrático de Ciencias Políticas y de la Administración en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, y Paula Rodríguez Modroño, profesora en el Departamento de Economía, Métodos Cuantitativos e Historia Económica en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.
Y la intervención de Sánchez será sin límite de tiempo, pudiendo recrearse hasta la extenuación en sus mensajes de autocomplacencia y en sus consejos paternales a la población, a la que ha tratado a lo largo de toda la pandemia como si fuera menor de edad y tuviera, por tanto, que tutelarla hasta en los aspectos más simples.
ADICTO A LAS COMPARECENCIAS SIN PREGUNTAS INCÓMODAS Y SIN PERIODISTAS
Pedro Sánchez se aficionó hasta extremos de peligrosa adicción durante el primer estado de alarma a las comparecencias en las que él podía dejar sin réplica alguna los mensajes que le convenían.
Durante tres meses salió, al menos, a una comparecencia por semana, hasta sumar en torno a la veintena de ‘Aló presidente’ con los que alteró la parrilla de la televisión pública, pero también del resto de televisiones privadas que veían como el tiempo de los telediarios era prácticamente devorado por las palabras de Pedro Sánchez.
De hecho, las comparecencias del jefe del Ejecutivo comenzaron siendo todo un paraíso porque las únicas preguntas que se permitían era a través del canal de whatsapp creado por la Secretaría de Estado de Comunicación y estas eran seleccionadas por el equipo de Oliver y a veces hasta retocada la redacción para no irritar a Pedro Sánchez.
A tenor de las quejas mostradas por medios de comunicación y asociaciones de prensa, posteriormente se fue activando un sistema de vídeoconferencia para que los periodistas lanzaran sus preguntas, pero con un doble inconveniente, que no podían tomar parte todos, solo algunos ‘afortunados’ y que tampoco había lugar a repreguntar en el caso de que la respuesta no satisfaciera al formulante de la cuestión.