El dato porcentual ya era conocido.
Pero no así lo que la desviación total significaba en dinero contante y sonante.
La guantada con la mano abierta que la realidad le ha dado al Gobierno Sánchez con sus optimistas previsiones en relación al crecimiento de la economía española debería acarrear consecuencias.
Pero esperen sentados. No habrá asunción de responsabilidades ni dimisiones.
El Ejecutivo socialcomunista lanzó en abril de 2021 las campanas al vuelo vaticinando que ese ejercicio sería el de la recuperación.
La cifra, exacerbadamente optimista, hablaba de un crecimiento del Producto Interior Bruto del 9,8%.
El porcentaje, según pasaban los meses, iba menguando hasta prácticamente quedarse en la mitad, en torno al 5%.
Pese a los avisos, Nadia Calviño, la titular de Economía, fue graduando a la baja el tanto por ciento, pero se encastilló en un 6,5% del que no se apeó…hasta que llegó el resultado definitivo.
El crecimiento de España fue del 4,9%, según el FMI, muy lejos de ese 9,8% con el que alegremente en abril de 2021 se descorchaban botellas de cava para vender que nuestro país era la locomotora de la recuperación europea.
Pero por si este varapalo fuese poco, ahora el Instituto Nacional de Estadística certifica ese guarismo, si bien lo retoca de manera imperceptible hasta dejar el crecimiento de España en un 5% pelado.
La diferencia entre lo que vaticinó el gabinete sanchista y lo que acabó siendo la cifra de PIB verdadera dejó un descuadre de 54.000 millones de euros.
MÁS ADVERTENCIAS
Y como dice el refrán, el que avisa no es traidor.
Varios analistas ya hablaban en marzo de 2021 que el PIB no pasaría de 6%.
Así las cosas, la Comisión Europea hablaba de un 5,6%, el FMI preveía un 5,9% y la OCDE el 5,7%. Solo el Banco de España fue el que se sumó al jolgorio del equipo gubernamental de Pedro Sánchez, aunque no sobrepasó el 9%. Un 8,6% fue el escenario más optimista.