INDIGNACIÓN ENTRE LOS ESPAÑOLES

El viaje de la pandilla de Irene Montero a Nueva York, a cuenta del contribuyente español, es una obscenidad

Solo el viaje en avión privado para cuatro personas rondaría los 250.000 euros

Además de ser las incompetentes mejor pagadas de España, Irene Montero y su pandilla no se han parado a pensar. Porque con la que está cayendo, hay que vivir muy lejos de la realidad para irse de fin de semana a Nueva York en un avión pagado por todos los españoles y encima sacarse selfies callejeros y publicarlos en las redes como cualquier turista.

Lo primero revela una gigantesca falta de tacto y lo segundo, además de ser una memez, es un agravio a los contribuyentes que sufren el alza de precios mientras la banda de la tarta coge el Falcon para darse un garbeo transatlántico.

Lo intentará tapar Pedro Sánchez, declarando ‘secreto oficial’ la excursión de Irene Montero y su pandilla a Estados Unidos, pero todo en ese viaje a cuenta del contribuyente es una obscenidad. Y de altos vuelos, porque se fueron encima en el Falcon oficial, porque les pareció que un avión de línea, como los que usan todos los españoles, era poca cosa.

La consorte de Pablo Iglesias y sus colegas de departamento de Igualdad se montaron una escapada a Estados Unidos, que las muy caraduras etiquetaron de oficial, cuando no era otra cosa que una escapada de lujo pagada con el dinero de todos los españoles.

Según el portal Charter Service, un viaje similar para cuatro pasajeros en un avión de las características del Falcon utilizado, habría costado unos 240.000 euros. Eso sólo en transporte, sin contar hoteles, cenas, comitiva y regalos, que todo eso ha salido también de nuestros impuestos.

Desde la base militar de Torrejón de Ardoz, Montero y sus coleguis volaron a la base de Andrews en Maryland, haciendo escala en las Islas Azores. Luego, también en el Falcon, saltaron a Nueva York, donde se pegaron la gran juerga, como si aquello fuera un viaje de fin de curso. No hubo reuniones de trabajo. Tan sólo algún encuentro y fotos con feministas, para intentar justificar la visita. Y el resto, vacaciones.

Decían que vivirían como la «gente corriente» y a la primera de cambio, nada más pisar la moqueta de sus despachos oficiales, han descubierto los riquísimos placeres de la vida: chalets, viajes de lujo, o cuidadoras gratis para sus hijos. Algo que produce vergüenza ajena.

Acuérdense de esto, cuando lleguen las próximas elecciones.

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