María Gámez metió una última ‘puñalada’ a la Guardia Civil antes de su dimisión.
La exdirectora general, que abandonó su cargo después de que su marido Juan Carlos Martínez recibiera una citación judicial para comparecer como investigado por un caso de corrupción, compareció el pasado 22 de marzo ante los medios de comunicación para anunciar su decisión.
La socialista, que apareció junto a la cúpula del cuerpo, aseguró que “por principios, honestidad y responsabilidad” abandonaba la dirección de la Guardia Civil. Sin embargo, con el paso de los días aparecieron informaciones sobre la adquisición de viviendas por parte de Gámez que hacen sospechar que podría estar involucrada en las operaciones de su marido.
De confirmarse su vinculación con la corrupción del ‘caso Santana’, una trama del ‘caso de los ERE, la imagen de Gámez junto al resto de la cúpula de la Guardia Civil mancharía inevitablemente la imagen del cuerpo.
Las informaciones que apuntan en contra de Gámez van en contra de la puesta en escena totalmente institucional, empleando la imagen de los altos mandos del cuerpo allí presentes.
La situación es aún más polémica si se tiene en cuenta que la Guardia Civil tiene 78.000 miembros, cuyo sueldo base de la Escala de Cabos y Guardias (Grupo C1) es de apenas 10.823,90 euros anuales. Esta cifra incluye las pagas extra de junio y diciembre que asciende a los 722,91 euros.
María Gámez
Es importante recordar que la socialista compareció junto a Pablo Salas, director adjunto operativo (DAO), Félix Jesús Blázquez, jefe del Mando de Operaciones, Manuel Llamas, jefe del Mando de Personal, y Arturo Espejo, jefe del Mando de Apoyo.
‘El Debate’ adelanta que su presencia de la mano de la exdirectora “no ha sentado nada bien en algunos círculos del Instituto Armado”.
Por ejemplo, Josema Vallejo, guardia civil y vicepresidente de la asociación Una Policía para el Siglo XXI. Vallejo publicaba un mensaje en Twitter en el que indicaba que “esta es la imagen de moda, pero la Guardia Civil no es eso”.
“No olvides que, además de esos cuatro que se someten al dictamen político o los otros cinco o seis que se corrompen por dinero, cocaína o prostitutas, hay 81.500 agentes honrados dispuestos a jugarse la vida por tu seguridad”, precisó.
El general de división retirado Rafael Dávila ha sido otra de las voces que se han alzado públicamente contra la instantánea. En un reciente artículo en su blog, alegaba que “el acto de dimitir es de ella, personal e intransferible y la imagen de hacerlo rodeada de altos mandos de la Guardia Civil como si estuviese apoyada y sustentada por ellos es inadmisible”.
“Dimite ella y solo ella, sin amparo ni cobijo, sino como cualquiera que decide irse. Ese coro a su alrededor descompone la imagen de su dimisión, suya y solo suya sin que la Guardia Civil deba pronunciarse más allá, ni con palabras ni con la imagen” agregaba sobre el broche final de la carrera de Gámez dirigiendo al Instituto Armado.
