Los piratas del Alakrana hábilmente los utilizaron como monedas de cambio en la negociación con el Gobierno
El pirata «Abdu Willy» ha sido trasladado de la cárcel de Alcalá Meco a la del Soto del Real donde está alojado su compinche Raageesey.
Este último, que fue detenido y trasladado a España con una herida de bala en el pecho, ha asumido que el resto de piratas del Alakrana les ha utilizado para cobrar el doble de rescate y clama venganza contra el jefe de la banda conocido como «Ilyas».
«NOS HAN ABANDONADO»
Raagegeesey Hassan Haji, «Raageggesey Adji Haman», el mayor de los dos facinerosos trasladados a España y el más sanguinario, está hundido al saber que el grupo criminal ‘Burcad Badeed’ -‘Los que roban en el mar’- les da por «amortizados», una vez cobrados los 4 millones de dólares de rescate, por liberar el Alakrana. Se trata del mayor pago efectuado por un secuestro de este tipo en esa zona del mundo.
«Aunque a su familia le irá bien, porque le han dado una pequeña fotuna, sabe que se va a pudrir aquí con Willy y está descorazonado», aseguraba a PD una fuente judicial de extrema confianza.
Raagegeesey actuaba junto a Willy como oteador en busca de barcos. Su jefe se llama «Ilyas» y su segundo jefe era un tal llamado «Cabdulkhadir».
Tampoco está contento «Abdu Willy». El joven pirata se queja todo el tiempo de unas dolorosas almorranas, llora, pide tabaco sin parar y desde hace unas horas, afirma que quiere estudiar en España y sueña con casarse con una mujer madrileña.
50.000 DÓLARES PARA LAS FAMILIAS DE LOS «PRINGAOS»
Willy y su compinche lo tienen crudo, pero sus familias se van a embolsar 50.000 dólares, para atenuar la tristeza.
Ese dinero sale del primer fardo, que una avioneta contratada por el CNI español lanzó el pasado martes sobre la cubierta del Alakrana y dentro de la que había el equivalente a 2,7 millones de euros, en billetes de 100 dólares.
Abdu Willy y Raageggesey Adji Haman eran dos simples ojeadores a los que el jefe Ilyas contrató por 2.500 dólares para que buscaran víctimas entre los buques que navegan por el Índico.
EL CAPITÁN Y LOS PIRATAS DESMIENTEN A CHACÓN
El capitán del Alakrana, Iker Galbarriatu, asegura que durante la liberación del atunero español «no hubo disparos por parte del Ejército español».
Lo mismo dicen los piratas. Jama Adam, uno de los «negociadores del Alakrana», lo cuenta así:
«El helicóptero militar español pasó cerca, pero nunca nos disparó».
Esto contradice la versión oficial y vuelve a dejar a la ministra de Defensa como mentirosa. A ella y al Jefe del Estado Mayor de la Defensa, general José Julio Rodríguez, quien sigue afirmando que un helicóptero español abrió fuego contra los últimos piratas del ‘Alakrana’ en el momento en el que huían hacía la costa.
El capitán del barco también ha revelado que nunca fueron llevados a tierra tres de los marineros españoles, como se había anunciado, ya que se trató de una «maniobra de despiste».
Aunque sacaron a los tres pescadores del atunero delante de ellos, la tripulación fue llevada a la zona de máquinas donde no podían ver lo que ocurría, por lo que cree que les dieron una vuelta alrededor del barco, les volvieron a subir a bordo y los metieron en un camarote al que nadie tenía acceso.
OCHO PIRATA SE CASAN EN HARADHERE CON EL DINERO DE LOS FONDOS RESERVADOS
Haradhere, la Ciudad de los Piratas, es una orgía de dinero, balazos y sexo. Y todo a cuenta del sufrido contribuyente español y del aperreado armador del Alakrana.
Nada más desembarcar los piratas cargados de billetes, se organizaron las bodas, así como grandes fiestas y orgías.
La prostitución, las hojas de una droga llamada ‘qat’ y los artículos en los comercios subieron un mil por ciento.
Los jóvenes se ofrecen para otros secuestros y los viejos lo celebran:
«Aunque trabajaran siglos no ganarían ese dinero que nos han dado los españoles»
Haradhere, convertida por unos días en la «capital financiera » de Somalia, es un lugar donde las pequeñas tiendas -la mayoría en chamizos improvisados que han levantado al borde de la carretera- han cambiado sus productos. Antes vendían azúcar, té, maíz, comida cocinada y cecina.
Ahora su producto estrella es el alcohol. Si antes algo costaba 10 dólares, hoy cuesta 100. Las prostitutas han subido la tarifa un 1000%.
Cuentan periodistas somalíes destacados en el lugar, que los piratas sólo se animaron a comenzar la fiesta cuando supieron que la Armada española y sus helicópteros no atacaban la ciudad.
Habían asegurado el área con decenas de hombres apuntando al horizonte con fusiles y bazocas. Cuando se dieron cuenta de que no corrían peligro, empezó la fiesta.
LA DROGA SUBE DE PRECIO
Hisri Ahmed, un pirata entrevistado por periodistas locales que también están haicnedo su agosto mandando reportes a diarios y agencia soccidentales, resume así el estado de ánimo de los bandidos:
«Si los vecinos tuviesen fuegos artificiales a su disposición, los habrían tirado durante toda la noche».
Un comerciante lo ve en positivo:
«Dos de los piratas gastaron 1.700 dólares en mercancías en mi tienda y me dijeron que el viernes me darían 4.000 dólares para desarrollar mis actividades. Son generosos y merecen mi admiración».
«Los chicos hicieron un buen trabajo embolsándose cuatro millones de dólares por el navío español. Me siento orgulloso de ellos porque aunque trabajasen durante siglos, no conseguirían ganar ese dinero».
Mohamed Dahir Abdullahi, quien tiene ya 22 años y anda «canino, explica sus planes inmediatos:
«Aprendí a nadar y a disparar con armas de fuego. Soy candidato para ese trabajo y ahora, con todo ese dinero, tendremos mejores motores, más armas y más radio de acción.»
EL GOBIERNO ZP FUERA DE SUS CASILLAS
El Gobierno Zapatero ni puede pretender convertir la humillante victoria de los piratas en un triunfo de España -y ahí están la juerga y las ocho bodas que este mismo miércoles celebraron los secuestradores en Haradhere para desmentirle-, ni puede responder con palabras gruesas y aspavientos a sus graves errores.
Zapatero se equivocó al traer a los dos piratas capturados a España y también al explorar piruetas judiciales para devolverlos; falló en la comunicación con las familias, que así lo denunciaron; y mostró su absoluta descoordinación cuando los ministros empezaron a señalarse entre sí como responsables de lo ocurrido.
El resultado final es que se ha acabado pagando el rescate más alto por un pesquero en Somalia y que no se ha podido capturar a ninguno de los más de 60 piratas que retenían a la tripulación.
La propia persecución de los secuestradores genera muchas dudas que el Gobierno está en la obligación de disipar.
Es difícil entender que transcurridos 47 días, la Armada no fuera capaz de diseñar una operación para capturar siquiera a alguno de los piratas para el momento en el que concluyera el secuestro, sobre todo teniendo en cuenta la ventaja de contar con unos medios infinitamente mejores que los suyos.
También suscita estupor la explicación oficial de que fue imposible detener a los piratas al desembarcar, pues nada más llegar a la playa se mezclaron con la población. Lo cierto es que la ciudad queda varios kilómetros tierra adentro y esa zona de costa no está poblada.
Se han cometido tantos fallos y quedan aún tantos interrogantes por resolver, que lo último que debería hacer el Gobierno es colgarse medallas, y menos aún arremeter contra la oposición y llamarse andana cuando le piden cuentas. Una vez celebrada la liberación de los marineros ha llegado el momento de dar explicaciones y de asumir responsabilidades.