Mirando a la cárcel sin ira

España es uno de los países europeos con menor tasa de criminalidad, -45,8 delitos por cada mil habitantes, mientras la media europea es de 69,1 infracciones- y una de las poblaciones reclusas más altas. Y a mucha gente le parece insuficiente, incluidos los legisladores enfrascados en endurecer cada día las leyes. No están, ni las personas ni los políticos, igual de preocupados por tratar de que la cárcel sirva para recuperar a esas personas, para la reinserción social de quien cometió un error. Las prisiones están llenas de delincuentes, pero también los hay fuera. Algunos infinitamente más dañinos que muchos de los que están entre rejas.

Y cuando sucede algún escándalo interno, como el que ha trascendido en Alcalá-Meco, con presuntos y graves abusos de algún funcionario sobre algunas internas, nos rasgamos las vestiduras. Al lado de esos funcionarios presuntamente corruptos, que han abusado de su poder, hay miles de funcionarios ejemplares que tratan, casi siempre sin los medios imprescindibles y con un esfuerzo personal descomunal, de cumplir con su labor, de respetar a los internos e internas y de buscar salidas a una situación terrible. Quien está en la cárcel ha sido privado de la libertad, pero de ningún otro derecho. Especialmente, del derecho a ser persona y a que nadie se aproveche de su debilidad. Esos abusos suceden desgraciadamente en la cárcel y fuera de ella, en más de una empresa, en algunas familias, en las relaciones de pareja. Deben ser castigados todos.

Como dice Jaime Garralda, ese cura que vive la cárcel con pasión humana y divina, ni todos los funcionarios son unos canallas ni todas las internas unas prostitutas. Si quieren ustedes un ejemplo, vayan el viernes próximo a las siete de la tarde al auditorio que Comisiones Obreras tiene en la calle Lope de Vega en Madrid y asistan a la representación teatral que el Grupo Yeses va a dar a beneficio de las víctimas de la tragedia de Haití. Es un excelente grupo teatral creado en 1985 por reclusas de la antigua cárcel de Yeserías y por la que ya han pasado cerca de mil mujeres. Llevan más de cuarenta montajes teatrales complejos y de gran calidad artística, con muchos premios. Son una referencia de lo que se hace en la cárcel con el apoyo de funcionarios, de voluntarios, de Instituciones Penitenciarias. La cárcel siempre puede ser otra cosa.

Hay muchas iniciativas más como éstas en las prisiones españolas. Muchos internos e internas buscando su futuro a través del arte, la música, la Universidad, la formación profesional. Todo eso nunca ocupa portadas en los periódicos ni llega a las personas preocupadas por la delincuencia. No queremos delincuentes ni tampoco nos importa que dejen de serlo, tan sólo que esté encerrados. La cárcel hoy en España es, gracias al esfuerzo de muchos funcionarios y a la voluntad de muchos presos y presas, un lugar donde existe la solidaridad y el esfuerzo. Lo demuestran grupos como las Yeses.

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