El ex jefe de la Unidad de Inteligencia e Investigación de Pandillas y miembro de la Policía de Los Angeles, Nelson Arriaga, alertó hoy de la incipiente presencia en España de las peligrosas maras Salvatrucha o calle Dieciocho y otras bandas como Crips o Bloods.
Durante las jornadas sobre grupos juveniles de carácter violento y estrategias de intervención organizadas por la Comunidad de Madrid, y que se celebra hoy y mañana en Caixa Forum, Arriaga señaló que, aparte de las ya conocidas bandas latinas como Latin Kings, Ñetas, Dominican Don’t Play o Trinitarios, se están introduciendo en España incipientes redes muy violentas de la conocidas y peligrosas maras Salvatierra y Calle Dieciocho, rivales entre sí.
«El potencial de implantación de estos dos grupos es muy posible y serio. En una información muy delicada que conoce la Policía, vemos que la mara Salvatierra ha enviado miembros a España, Argentina y Nicaragua para que realicen reclutamiento y establezcan la pandilla», señaló el también presidente de la Asociación Internacional de Investigadores de Bandas Latinas, que indicó que las zonas con mayor peligrosidad de implantación en España son las que reciben más inmigración centroamericana.
En este sentido, citó un correo electrónico de octubre de 2004 en el que alguien identificado con esta cruel banda comunicaba a un cabecilla americano que estaban comenzando a fichar miembros en Barcelona. «Cada semana estamos peleando y montando broncas a navajazos y botellazos. Estamos rifando (reclutando) gente de varias naciones porque no hay muchos salvatruchas. Si van a venir a Barcelona contacten con nuestras redes», rezaba parte de ese mail.
En otra nota confiscada en una prisión señalaban que iban a llegar a España «nueve directivos», en referencia a miembros de estas pandillas hispanas, compuestas por presos de Estados Unidos de origen centroamericano.
El representante policial norteamericano también señaló que otros grupos violentos como los Crips y lo Bloods, bandas de origen afroamericano enfrentadas entre sí en Estados Unidos, se están empezando a formar en España, al ser imitados por jóvenes que ahora viven en España.
Ante estas evidencias, Arriaga propuso el intercambio de información entre las unidades policiales y las labores preventivas para atajar este fenómeno, ya que el estado de estas pandillas en España está «en su infancia». Mientras, apuntó que las bandas latinas ya instaladas se encuentran en una situación ‘durmiente’, a la espera de que la Policía y los ciudadanos se olviden de ellos y poder reiniciar más tranquilamente su actividad delictiva.
MODELO ACTUAL EN ESTADOS UNIDOS
El representante de la Policía de Los Angeles explicó que estos grupos tienen una mentalidad «muy violenta», son antisociales, jerárquicos y utilizan un lenguaje propio con jerga, escritos codificados, grafitis y tatuajes. También usan frecuentemente medios tecnológicos actuales como móviles (que introducen en las cárceles para comunicarse entre los cabecillas y gobernar la banda desde allí), PDA, ordenadores y redes de Internet.
Estos grupos son muy numerosos en Estados Unidos. Sólo en Los Angeles se han contabilizado 1.400 pandillas, compuestas por diferentes grupos étnicos como afroamericanos, latinos y asiáticos. La violencia y la rivalidad es muy importante entre las dos primeras minorías por el dominio de las calles y que han acabado en fallecidos y tiroteos cada semana.
La Policía estadounidense ha reaccionado ante este tipo de delincuencia y ha realizado muchas detenciones. Muchos de los miembros y cabecillas de estas maras han acabado en la cárcel, que están saturadas, o han sido deportadas, lo que ha provocado una exportación del problema a países centroamericanos, donde ya se considera un peligro para la seguridad nacional en algunos de esos países.
El fenómeno de las pandillas, además de acarrear un problema para la seguridad ciudadana, también se ha convertido en un problema social, ya que afectan a las escuelas, reclutando a jóvenes y exportando la violencia a las aulas; a los negocios de la zona, afectados por la extorsión de estos grupos; y a la propia economía del país, ya que sus componentes son seres improductivos para la sociedad puesto que no trabajan y viven exclusivamente de estas prácticas delictivas.
Además, según relató Arriaga, miembros de los Salvatruchas o de la calle Dieciocho han intentado corromper las cárceles con extorsiones y drogas y se han intentado infiltran en la Policía y las Fuerzas Armadas para conocer técnicas policiales y militares para evitar su detención o conseguir información privilegiada. «Al final, el futuro de los pandilleros es el hospital, la cárcel y el cementerio», concluyó.