Familiares de víctimas del accidente del Yak-42 -que costó la vida a 62 militares españoles en Trazbon (Turquía) en mayo de 2003- representadas por la abogada María Ängeles López, han presentado un escrito ante el juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska solicitando la declaración de un total de 46 personas para esclarecer las posibles negligencias en la contratación de la aeronave.
El titular del Juzgado Central de Instrucción número 3 mantiene abierto este procedimiento, cuyos dos principales imputados son el ex jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), almirante general Antonio Moreno Barberá, a quien la Fiscalía atribuye «todas las competencias en cuanto al desarrollo de las misiones internacionales de las Fuerzas Armadas»; y el jefe del Estado Mayor Conjunto (JEMACON), general de División Juan Luis Ibarreta, al que considera «responsable de la contratación» del aparato.
En un escrito de 45 folios al que ha tenido acceso a Europa Press, los familiares de dos comandantes fallecidos en el accidente solicitan la declaración de un total de 22 militares españoles en calidad de testigos.
Entiende esta parte que el testimonio de todos ellos servirá para acreditar «la dejación de funciones de control y vigilancia de la contratación, aviones y vuelos de tropas a Afganistán e Irak entre 2002 y 2003», en especial del vuelo UKM 4230, «que carecía como el resto de cualquier tipo de control por parte de la Defensa o la contratista Chapman Freebrorn», un hecho que terminó con el luctuoso acontecimiento.
CAREO ENTRE EX JEMAD
Entre las testificales, solicitan un careo entre el que fuera Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) entre 2003 y 2004, Alejandre Sintes, y el JEMAD entre 2004 y 2008 Félix Sánz Roldán, con el fin de aclarar si llegó al entonces ministro de Defensa, Federico Trillo, la queja remitida por el teniente coronel del CISET Javier Marino.
El primero ya declaró en la Audiencia Nacional que no tenía constancia de que el escrito llegara a Trillo, mientras que el segundo indicó también en sede judicial que la queja fue cursada con toda seguridad al ministro.
Igualmente, esta parte solicita la comparecencia en la Audiencia Nacional de 15 civiles también en calidad de testigos, entre ellos varias personas que volaron antes del accidente con las tropas destino a Afganistán en aviones ex soviéticos, así como intervinientes en el contrato de los vuelos.
Interesan también la declaración de militares chilenos e italianos testigos de los últimos momentos con vida de los 62 fallecidos. Estos testigos coincidieron con los militares durante la última escala que éstos hicieron en la base aérea militar de Manás (Kirguizistán), y según esta parte son testigos de llamadas a España para solicitar un cambio de avión o la espera de un día para emprender el regreso.
Además, las familias piden al juez que requiera hasta una treintena de documentos a los ministerios de Defensa y Fomento, al Centro Nacional de Inteligencia, a las empresas Iberia Air Europa, RTVE, Cadena Ser, Cope, Onda cero y al Juzgado de Zaragoza que llevó la vía civil del caso.
El instructor de caso, Fernando Grande-Marlaska, también mantiene imputados en esta causa al jefe de la División de Operaciones del EMACON y del Grupo de Control del Contrato, contra almirante José Antonio Martínez; el coronel jefe de la Sección de Logística de la División de Operaciones de EMACON, Joaquín Yáñez; y el comandante de la Sección Logística de este departamento, Alfonso Elías Lorenzo.
El pasado mes de marzo, la Sección Cuarta de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional rechazó realizar nuevas imputaciones, al considerar que el vuelo era responsabilidad de la agencia de la OTAN Namsa y no de las autoridades militares españolas.
El tribunal rechazaba de esta forma el recurso de apelación presentado por la Asociación de Familiares del Accidente de Turquía Yak-42 (AFATY) y otro grupo de víctimas contra un auto en el que el instructor del caso, Fernando Grande-Marlaska, rechazaba la imputación de once altos cargos y militares.
En su auto, el tribunal sostenía «las alegadas malas condiciones» en que se habría realizado el vuelo del Yak-42 «no eran responsabilidad directa de las autoridades militares españolas», que «cedieron» a la agencia Namsa «la provisión de servicios de transporte para las fuerzas españolas», y que las distintas subcontratas, gestionadas por la multinacional Chapman Freeborn, «resultan igualmente ajenas al ámbito penal».
También indicaba la Sala de lo Penal que las quejas presentadas por los militares que habían tomado vuelos de aviones procedentes de las antiguas repúblicas de la Unión Soviética «no afectan a un problema de seguridad, sino que más bien apuntan a un defectuoso cumplimiento de las condiciones» del acuerdo que el Ministerio de Defensa firmó con la OTAN.