Los «otegis» diseñan una estructura para fingir que ya no son ETA
Dos representantes de Herri Batasuna en los «años de plomo», Íñigo Iruín y Rufino Etxeberría, presentan este 7 de febrero de 2011 en Bilbao los estatutos de su nuevo partido, al que han dado una apariencia de autónomo e incluso de estar blindado para que en un futuro no pueda ser instrumentalizado por ETA y su estrategia de terror.
Así, los promotores dejan atrás el carácter asambleario que siempre han tenido los diferentes grupos de la «izquierda abertzale», y sacan un partido con rasgos convencionales, al que se le dota de ejecutiva, asamblea y congreso, además de la figura de afiliado.
«El nuevo partido no acudirá a la ventanilla con ambigüedades sino con definiciones claras y que no eludan las alusiones concretas a ETA», señala el diario Gara, órgano oficial de la mal llamada izquierda abertzale y portavoz proetarra.
Y añade:
«La posición (respecto a la violencia) irá lógicamente en la línea de todo lo que se ha ido concretando tras el proceso interno de debate de la izquierda abertzale. Serán enunciados claros e inequívocos en favor de las vías exclusivamente pacíficas y democráticas».Los proetarras de batasuna, que son los mismos lobos con distinto pelaje, tratan de ajustar la estrategia del nuevo partido a sus estructuras organizativas, muy similares a las del PSOE o del PNV, lo que antes no sucedía al estar concebida como una organización política de combate.
Contará, lo que resulta inédito en su historia, con afiliados y simpatizantes. Podrá afiliarse cualquier persona mayor de edad y se financiará, entre otras fuentes, por las cotizaciones de sus afiliados.
Sus afiliados tendrán derechos, como el de votar en sus órganos internos, ser informado, expresar sus opiniones libremente y ser elegido.
También dispondrá de un órgano máximo, el Congreso Nacional, que se reunirá cada cuatro años, y una Asamblea Nacional, que lo hará, al menos, una vez al mes.
El Congreso elegirá la Ejecutiva Nacional, con un mínimo de 25 miembros, y al secretario general.
Lo que no cambia en el nuevo partido es la tradicional pretensión de la «izquierda abertzale» de controlar cada rincón del País Vasco.
Para ello quiere dotarse en cada pueblo de un grupo local con su correspondiente asamblea.