Huellas y ADN implican a Mikel Carrera, «Ata», en el atentado

El olor corporal delata al asesino de los dos guardias en Capbreton

El olor corporal delata al asesino de los dos guardias en Capbreton
Mikel Carrera Sarobe, Ata. MI

Nuevamente, el olor corporal. En este caso, ha servido, junto a otras evidencias, para determinar la identidad del autor del asesinato, el 1 de diciembre de 2007, de los guardias civiles Raúl Centeno y Fernando Trapero.

Explica J.M. Zuloaga en ‘La Razón’ que el pistolero, el mismo que estaba dando instrucciones a los etarras Saioa Sánchez y Asier Bengoa, es Mikel Carrera Sarobe, «Ata», según la investigación policial que sobre este atentado realizó la Policía francesa.

Las otras pruebas, que incluyen muestras de ADN y huellas digitales en el coche utilizado en la huida, así como el reconocimiento de una testigo, señalan a este individuo, uno de los responsables de los «comandos» en aquella época, como el autor material del doble asesinato.

De esta manera, quedan identificados todos los participantes en el crimen, en el que el entonces jefe del llamado «aparato militar», Garikoitz Aspiazu, tuvo mucho que ver, ya que era el responsable directo de «Ata» y sus huellas fueron descubiertas en dos de los coches utilizados en su huida por los terroristas y en el piso que les servía de refugio en Toulouse.

El olor corporal, una prueba que tiene validez en la Justicia francesa, ha delatado a los tres etarras, que entraron aquella mañana de diciembre en la cafetería «Les Ecureils» de Capbreton.

El de Mikel Carrera, que no había podido ser contrastado hasta su detención, en mayo de 2010, estaba en una de las sillas que ocuparon los etarras en la citada cafetería, al igual que las de Sánchez y Bengoa.

El testigo P. B., que presenció el doble asesinato, describió a un varón, cuya talla y aspecto físico general coincide con los de Carrera. Este testigo fue el que explicó:

«Le vi (al etarra) coger con una de sus manos la nuca del hombre que estaba recostado. Seguidamente, hizo un gesto de retroceso y dirigió el otro brazo hacia la parte de su cabeza. Escuché una detonación y vi una pequeña nube de humo. La escena fue muy rápida y me sorprendió, pero creo que el hombre cogió a la víctima con su mano izquierda y disparó con su mano derecha».

Por si fuera poco, la huella genética (ADN) de Carrera aparece en numerosos lugares del Peugeot 307 en el que huyeron los terroristas. Uno de los objetos eran unas gafas blancas, con las que trataba de cambiar su aspecto, una técnica recogida en el manual de «maquillaje contra el enemigo», que forma parte de la formación que la banda da a sus militantes. Sus huellas digitales estaban, además, en un mapa y un catálogo de material electrónico.

Este vehículo fue abandonado en Haut Mauco, donde los terroristas sustrajeron otro coche cuya conductora acababa de arrancar. La mujer explicó que el que llevaba la voz cantante hablaba perfectamente el francés (el caso de Carrera), al que identificó en una rueda de reconocimiento. El ADN de Carrera estaba en el gancho de protección de la red de cables del vehículo, arrancado por los etarras.

UN ASESINO FANATICO

Karrera Sarobe se incorporó a ETA antes de 1998, integrándose en un «comando legal» (no fichado) y huyendo a Francia en 2003 como liberado de la organización.

Llegó a «jefe militar» tras la detención de Gogeascoetxea en febrero de 2010. Próximo a las tesis de «Txeroki» en la defensa de las posiciones más radicales en el seno de ETA, fue muy crítico en 2004 con los jefes de los «comandos» de la organización por su falta de eficacia, por lo que fue apartado de la cúpula de ETA.

En 2007 se reincorporó a la dirección etarra. Se le detuvo en 2010.

 

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