A Rajoy le proporcionaría "autoridad moral" empezar por una Comunidad de PP
¿Qué Comunidad Autónoma española será la primera en ser condenada a la hoguera purificadora de la intervención? Cada español debe tener una favorita en su cabeza.
Y el amplio abanico que se maneja en las tertulias de los cafelitos recoge a Andalucía, como una obviedad, a Cataluña, como un acto de buena voluntad del Estado hacia los catalanes, pero sin los catalanes (incapaces de reconocer que las están pasando moradas), a la Comunidad Valenciana, cuya economía es un dantesco ninot que se consume en unas fallas permanentes, y a Castilla-La Mancha, donde sólo quedan Quijotes, pero no hay rastro ni de gigantes, ni de molinos de viento.
A Rubalcaba le daría juego Andalucía
A Rubalcaba le gustaría que fuese Andalucía, naturalmente. Lo tiene apuntado ya en su precoz cuaderno de bitácora electoralista. Se lo pondrían a huevo para montar una campaña organizada de victimismo Socialista y xenofobia ideológica Popular: sólo la perversidad de un gobierno conservador puede poner en duda el buen estado de las cuentas del Sur que inspiró a Víctor Erice.
Por alguna Comunidad Autónoma habrá que empezar, una vez que Cristóbal Montoro ha anunciado la «caza de brujas» fiscal. Pero el Gobierno Rajoy estaría loco si anunciase el primer desembarco en Andalucía. Quizá sea una de las enfermas de déficit y de deuda que presenta un estado más crítico. Pero la alegoría preventiva de los tanques que ha utilizado el Portavoz de Artur Más, Francesc Homs, se convertiría en un ejemplo de humor catalán, al lado de la que puede montar la calle Ferraz si le tocan a su Don Pelayo Griñán y a Covadonga al sur de Despeña Perros, desde donde sueñan con iniciar su reconquista.
Cataluña, por razones obvias, goza de inmunidad. Y, por mucho que lo necesite, intervenir Castilla-La Mancha sería un atentado fratricida contra María Dolores de Cospedal, que mientras el tiempo lo permita y con permiso de la autoridad, ocupa el número dos en el ranking Popular que se estableció en el Congreso de Sevilla.
En medio de éste desolador paisaje de economías periféricas, entre la espada de la discriminación ideológica de Andalucía, que mantiene afilada Rubalcaba, la pared del independentismo catalán, que refuerzan con cemento armado Durán i Lleida y compañía y la supervivencia de Cospedal, elevada a «asunto de Estado» en los maitines, el mayor número de papeletas para la primera «ocupación» de los ejércitos del general Montoro lo tiene la Comunidad Valenciana.
Es la vieja táctica que se describe en la «Fierecilla Domada» de Shakespeare o en el cuento del Conde Lucanor: cortar la cabeza de tu caballo, castigar (con motivo o sin él) a tus servidores, para que la díscola Andalucía no pueda alegar «caza de brujas» ideológica y la indomable Cataluña no pueda echar mano de su eterna teoría de la conspiración del Estado.
¿Se atreverá el Gobierno a practicar la estrategia shakesperiana? ¿Se dejarán Fabra y Rita Barberá…? El Gobierno Valenciano anunciaba ayer que despedirá al 40% de empleados en empresas públicas. Varias voces se han alzado ya sobre el rumor de las olas de la Malvarrosa, y han reconocido que están al borde de la quiebra. Se ahorra ya incluso en las Fallas y en las Mascletás, que son artículos de primera necesidad anímica para ése pueblo mediterráneo.
Como dice el anuncio de una compañía de seguros, del que debería tomar buena nota el Ministro de Hacienda:
¿Empezar la criba por Andalucía o Cataluña…?
¡Error!
¿Empezar por una Comunidad Autónoma
gobernada por el PP…?
¡Acierto!