El terrorista abandonó la cárcel de Jaén sin haberse arrepentido de sus muchas fechorías
En una muestra más de lo mal que funciona en España la Justicia, a la hora de castigar a los terroristas, acaba de salir a la calle -libre como un pajarito- uno de los perores asesinos de ETA.
El pistolero del sanguinario ‘comando Eibar‘ Jesús María Ciganda Sarratea quedó este 22 de mayo en libertad tras haber cumplido 23 de los 566 años a los que le condenó la Audiencia Nacional por su implicación en siete asesinatos, entre otros crímenes.
El terrorista abandonó la cárcel de Jaén sin haberse arrepentido de sus muchas fechorías.
El histórico etarra Josu Ciganda Sarratea, condenado a un total de 822 años de prisión por nueve asesinatos, ha quedado en libertad por orden de la Audiencia Nacional, tras pasar 24 años entre rejas.
El pleno de la Sala de lo Penal ha decretado el licenciamiento definitivo de Ciganda, por la no aplicación de la llamada doctrina Parot, según han informado fuentes jurídicas. La excarcelación ha provocado duras críticas de las asociaciones de víctimas del terrorismo.
La Sala de lo Penal ha comunicado este miércoles a la cárcel de Jaén la excarcelación inmediata del terrorista, al entender que ya había cumplido su pena el 9 de marzo de 2011.
Ciganda fue detenido el 27 de abril de 1989 junto sus compañeros en el comando Eibar de ETA Juan Carlos Balerdi Iturralde, Eneko, y Fermín Urdiain Cirizar, Txiki.
Este comando fue el supuesto autor de los asesinatos de Sebastián Aizpiri y Francisco Zabaleta, quienes fueron señalados como narcotraficantes por lo que entonces se denominaba como el entorno de ETA.
Por estos hechos Ziganda fue condenado a 60 años. También colocaron la bomba que causó la muerte al ertzaina Juan José Pacheco, por lo que fue condenado a otros 42 años.
En 1989 fue condenado a una pena de 29 años de cárcel por el asesinato del camarero José Ignacio Agirrezabalaga en el Bar Nikol de Zumaya (Guipúzcoa). La banda terrorista le acusaba sin pruebas de estar vinculado a los GAL.
Un año después la Audiencia Nacional le condenó a otros 29 años de cárcel por el asesinato en Guipúzcoa del sargento de la Guardia Civil, José Luis Gómez Solís. Fue tiroteado en presencia de su mujer pocas horas después del atentado en la casa cuartel de Zaragoza el 11 de diciembre de 1987.
En 1990 fue condenado a 134 años de cárcel por la colocación de un coche bomba ante el paso de un convoy policial que iba a prestar protección en el partido de fútbol entre el Eibar y el Sabadell. En este atentado falleció un agente y resultaron heridas graves otras cuatro personas.
Su siguiente condena se produjo en 1994 cuando se le impusieron otros 52 años de cárcel por el asesinato de dos guardias civiles de ellos de 22 y 29 años con un coche bomba en Gernika (Guipúzcoa).
También participó en 1988 en Zarautz en el asesinato del hostelero Engraciano González Macho por lo que fue condenado a otros 30 años.
La Audiencia Nacional, el día 27 de enero de 1997, le impuso otros 220 años de cárcel por un atentado cometido en junio de 1987 contra la Casa Cuartel de Eibar (Guipúzcoa), en el que ocho agentes y otros tantos civiles resultaron heridos.
A lo largo de su estancia en prisión ha pasado por las cárceles de Ceuta, Puerto 1 (Cádiz) y, actualmente, se encontraba en la prisión de Jaén. Las cárceles del Sur más lejanas del País Vasco son aquellas en las que el Ministerio del Interior recluye a los considerados más duros dentro del colectivo de presos de ETA.
La asociación Voces Contra el Terrorismo (VCT) ha denunciado que «Instituciones Penitenciarias ha recibido la tarde del miércoles la orden de la puesta en libertad del etarra, con sorpresa del propio terrorista que no esperaba su inminente excarcelación».
Para el presidente del colectivo, Francisco José Alcaraz, «éste es un paso más en la rendición del actual Gobierno de España ante la banda terrorista ETA que no puede quedar impune».
Alcaraz anuncia que «las víctimas del terrorismo darán respuesta a esta nueva traición del Gobierno, que ultraja la memoria de nuestros familiares».
La generación más cruel
Jesús María Ciganda representa al pistolero etarra de los «años de plomo», adiestrado para liquidar al adversario sin piedad. Y, de no haber sido por la oportuna operación de la Guardia Civil, que lo arrestó en abril de 1989, su historial de sangre y fuego habría sido, sin duda, tan extenso como el de otros asesinos de su generación.
Por ejemplo, Ignacio de Juana Chaos; los hermanos Antonio y Domingo Troitiño; José Antonio López Ruiz, «Kubati»; Jesús María Zabarte, «Carnicero de Mondragón»; Henri Parot o la mismísina Inés del Río Prada.
Ciganda y el resto de los integrantes del «comando Eibar» aprovecharon la tregua táctica anunciada con motivo de las conversaciones de Argel para reorganizarse, tal y como pudieron comprobar los miembros de la Benemérita que les habían sometido a estrecha vigilancia.
En el momento de su arresto los etarras dispararon contra los agentes, que no resultaron alcanzados porque al final las pistolas se escasquillaron.
MAS ASESINOS QUE SALEN A LA CALLE
No es Ciganda el único asesino que se va de orsitas. Carlos Apezteguia Jaca (Pamplona, 1964), que fue militante de Jarrai y de LAB hasta su detención por la Ertzaintza el 3 de febrero de 1992 cuando formaba parte de un comando de ETA dedicado a la extorsión de los empresarios, también ha salido de prisión.
La policía vasca lo filmó recogiendo el dinero obtenido de diversos industriales extorsionados por la banda terrorista.
La Audiencia Nacional le condenó en un sumario a 40 años y seis meses de prisión y a otros seis años en otro sumario por reclamar al empresario navarro secuestrado Adolfo Villoslada el pago de una cantidad en concepto de rescate.
Paul Asensio, natural de Getxo, fue detenido por la Policía Nacional en el año 2000 dentro de una operación contra Ekin. La Audiencia Nacional le impuso una condena de once años, pero el Tribunal Supremo rebajó la pena a siete años y seis meses de cárcel.
El pasado 16 de mayo quedó en libertad Paul Asensio Millán, condenado en el sumario 18/98. Un día después se pudieron ver imágenes del etarra arrepentido Valentín Lasarte Oliden disfrutando de un permiso de tres días en libertad en la localidad de Lodosa, al sur de Navarra.