La farmacéutica pagó casi 600 millones de euros en indemnizaciones en Alemania como responsable del "desastre"
Unos 180 miembros de la Asociación de Víctimas de la Talidomida (AVITE), reclamaron este lunes 14 de octubre de 2013 en un juzgado de Madrid que la farmacéutica Grünental les indemnice con 204 millones por las malformaciones que sufrieron, pero la empresa pide que la demanda se desestime por falta de pruebas.
Al juicio, que se ha celebró en el Juzgado de Primera Instancia número 90 de Madrid y que ha quedó visto para sentencia, asistieron numerosos afectados de la talidomida, personas que nacieron sin pies o sin brazos, o con un muñón, después de que les recetaran a sus madres el fármaco para combatir las náuseas del embarazo.
«TARDE Y MAL»
El abogado de las víctimas, Ignacio Martínez, mostró su confianza en que los afectados españoles sean indemnizados, aunque sea «tarde y mal», para poder afrontar las limitaciones de su vida diaria, como las dificultades derivadas de ir al baño cuando no se tienen codos.
Por su parte, la letrada de la farmacéutica solicitó una sentencia desestimatoria por considerar que los hechos están prescritos y por la dificultad de aportar pruebas, cincuenta años después de los hechos.
Martínez señaló que la farmacéutica pagó casi 600 millones de euros en indemnizaciones en Alemania como responsable del «desastre» de la talidomida, mientras que España es el país peor tratado del mundo porque los afectados no han recibido compensaciones por los daños causados.
El representante legal de las víctimas recalcó que la talidomida se siguió vendiendo en España cuando se había retirado en Alemania sin que la farmacéutica hiciera nada para transmitirle a la sociedad que era «veneno».
«DAÑO CONTINUADO»
Este caso es «el ejemplo perfecto de un daño continuado», según Martínez, quien precisó que las víctimas van evolucionando permanentemente y van apareciendo daños nuevos.
La abogada de la farmacéutica comenzó su intervención asegurando que «a esta parte le conmueve y le emociona el sufrimiento humano», pero remitió las actuaciones al ámbito de la asistencia social, a través de la Fundación Contergán, que ha canalizado las indemnizaciones en Alemania.
La letrada manifestó que no se ha aportado «ni un solo papel», como el certificado de nacimiento o la copia del DNI, para demostrar la fecha de nacimiento de los miembros de la asociación que sufren malformaciones.
Criticó a los demandantes por «ocultar» y «manipular» información básica, antes de subrayar que no es posible establecer una causalidad al cien por ciento entre las malformaciones congénitas en extremidades y la talidomida, porque habría que descartar otros factores.
Este caso, remarcó, es «un ejemplo perfecto de la prescripción» por la dificultad de localizar documentación y por considerar «una injusticia» que se juzgue en 2013 un asunto de 1961.
Antes de las intervenciones de las partes, compareció como testigo el representante legal de la farmacéutica Grünenthal, quien expuso que este fármaco «no estaba indicado para las embarazadas», pero hadmitió que entonces, en el prospecto, no se las excluía porque en aquella época «no había concienciación» para este tipo de indicaciones.
SE RETIRÓ
Durante su declaración, el representante legal insistió en que este fármaco se retiró a finales de 1961 ante las sospechas de que podía tener efectos secundarios y negó que se vendiera después de esa fecha.
Al término de la vista, una de las víctimas de la talidomida, José Ros García, con malformaciones en brazos y piernas, mostró su deseo de que no solamente se reconozcan las indemnizaciones a los afectados, sino que también se sepa «el mal que llevamos encima, que ha sido un infierno, desde el nacimiento, con independencia de que unos lo hayamos sorteado mejor y otros peor».