"Sale libre hoy tras 14 años gracias a la anulación de la doctrina Parot. Difundid a tope, al menos estaremos avisadas"
Las redes sociales y los mensajes instantáneos de alerta echan chispas. La masiva excarcelación de violadores después de que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) de Estrasburgo tumbara la doctrina Parot, este 31 de octubre de 2013, ha hecho cundir la alarma social en proporciones nunca vistas en España.
Dejando de lado la puesta en libertad de etarras y asesinos, que esa es otra, lo que más preocupa a ‘nivel práctico’ y de calle, ahora mismo, es que ya pululen por nuestras calles depredadores sexuales que a la mínima volverán sin duda a reincidir.
«Atención, este individuo es Pablo Manuel García Ribado, condenado a 1750 años por 80 violaciones y sale libre hoy tras 14 años gracias a la anulación de la doctrina Parot. Difundid a tope, al menos estaremos avisadas»
dice uno de los avisos que tiene inquieta a la más pintada. Y no es para menos, toda vez que en la mayoría de los casos existe un «alto riesgo» de reincidencia, como por ejemplo pone de manifiesto el director de titulaciones de Psicología de la Universidad Isabel I de Burgos, el vallisoletano Jaime Gutiérrez:
«La reinserción es posible en todos los casos, pero la experiencia y las estadísticas nos dicen que en este tipo de delincuentes, y más en un sistema penitenciario como el español, la reinserción es muy difícil y el riesgo de que reincidan una vez que recuperen la libertad muy alto».
OTRO MÁS
Para colmo de males en las últimas horas la Audiencia Provincial de la Coruña le ha abierto la puerta a Arturo A.I., condenado por una causa procedente del juzgado de Ribeira por violación en 1999 a 16 años de reclusión menor por cada uno de los seis delitos que se le atribuyeron, tras presentar recurso ante la susodicha derogación de la ‘doctrina Parot’.
Sólo es uno de tantos, como en el caso del ‘violador del ascensor’, y otros muchos, que no han tenido tanta relevancia pero que conllevan igual, o peor incluso, peligro.
Los argumentos del TEDH en la sentencia de la etarra Inés del Río pueden pasar una factura de mucho cuidado.