Su mujer tenía un embarazo de riesgo, por lo que debía guardar reposo y le tocaba a él ocuparse además de sus dos hijos pequeños
A. V. R., caballero legionario destinado en la madrileña Sección de Policía Militar del Cuartel General de las Fuerzas Ligeras, acaba de ser absuelto por el Tribunal Militar que lo ha juzgado tras una dura batalla legal.
Estuvo a punto de pasarse tres meses entre rejas por un desaguisado burocrático en el que le metieron el pasado año casi sin beberlo ni comerlo.
Al soldado, que estaba aquejado de una ligera ansiedad depresiva, tal y como figura en el parte de la comandante médico del Cuerpo Militar de Sanidad, -quien determinó que el paciente sufría un trastorno adaptativo que, sin embargo, «no anulaba sus facultades», aunque «las mermaba de forma moderada y transitoria»- se le acusaba de ausentarse de su empleo al no presentarse personalmente en el cuartel a renovar su baja y únicamente enviarla por fax.
LA HISTORIA
Tal y como da cuenta Roberto R. Ballesteros en ‘El Confidencial’, el protagonista de la historia se dio de baja el 16 de diciembre de 2013 por estos motivos.
«El hombre se fue a casa, aunque no tanto a descansar como para evitar la tensión profesional, pues la facultativa estimó que podía estar de vuelta en unos meses. Durante ese tiempo, cambió el fusil y las balas por el biberón y los pañales. Su mujer tenía un embarazo de riesgo, por lo que debía guardar reposo y le tocaba a él ocuparse de sus dos hijos pequeños, que por aquel entonces contaban con dos años, el mayor, y apenas unos meses, el pequeño.
No era precisamente la situación ideal para superar su episodio de ansiedad, pero era lo que había, como en tantos hogares en los que las circunstancias son las que son y no hay más remedio que afrontarlas».
El ginecólogo que intervino en el juicio, de hecho, explicó que una embarazada con riesgo de aborto o parto prematuro requiere, además de descanso, de la ayuda de otra persona para desenvolverse cada día.
De ahí que el caballero legionario pidiera remitir las bajas vía fax, con el fin de no tener que desplazarse al cuartel cada 15 días y poder desempeñar más fácilmente las tareas del hogar.
La solicitud le fue admitida, según reconoce ahora el Tribunal Militar Territorial Primero, aunque no siempre estuvo claro este extremo.
Durante el último año, A. V. R. se ha enfrentado a una pena de cárcel de tres meses tras ser acusado por la Fiscalía de un delito de abandono de destino, contemplado en el artículo 119 del Código Penal Militar.
El Ministerio Público entendía que el soldado se había ausentado de su empleo al no presentarse personalmente en el cuartel a renovar su baja y únicamente enviarla por fax. La defensa, ejercida por el despacho Suárez Valdés, argumentaba que tenía permiso para tramitarla vía telemática.
LA SENTENCIA
Mientras salía la sentencia, que ahora acaba de respaldar el comportamiento del legionario, este ha pasado el último año en vilo, pendiente de una pena de cárcel que no podía llegar en peor momento, con un panorama familiar complicado.
Finalmente, el legionario ha podido cuidar a sus dos pequeños hasta que su mujer dio a luz otro retoño sano.
La esposa también salió bien del parto y hoy ha vuelto a coger las riendas de su casa mientras su marido continúa sirviendo a su país como soldado, con la misma barbilla alta y el mismo pecho descubierto que lucen quienes sirven en la Legión.