Sabino Arana busca un enemigo a quien endosarle los males de la humanidad y ese chivo espiatorio para él es España
Gaizka Fernández Soldevilla (Vizcaya, 1981), es un historiador que ha participado en el curso ‘Víctimas de Terrorismo y memoria colectiva’, organizado por la UIMP en Santander.
En su ponencia, ‘Mitos que matan. El relato del nacionalismo vasco radical’, ha tratado de explicar el porqué los etarras matan, y lo hace para evitar que acontecimientos como los vividos se repitan.
Gaizka Fernández arrancó los aplausos al finalizar su exposición en la que remarcó la importancia del relato veraz frente al creado por los terroristas que crean emociones de odio, victimismo y rencor.
El historiador pertenece a la Asociación de Historia Contemporánea, la de Historiadores del Presente y al Patronato de la Mario Onaindia Fundazioa. También forma parte del Consejo de Redacción de la revista ‘Grand Place’ y es profesor de secundaria en un colegio de Santoña.
Gaizka Fernández Soldevilla, que años anteriores acudía a los cursos del Palacio de la Magdalena (Santander) como alumno, este 2015 lo hace como ponente. Periodista Digital ha podido entrevistar al historiador cuyas líneas de investigación se centran en el nacionalismo vasco, el terrorismo y la Transición democrática en Euskadi.
Fernández ha explicado cómo influye el relato producido por los terroristas de ETA en las mentes de los integrantes que llevan a ejecutar los asesinatos:
La narrativa histórica les crea el odio, y el odio es la gasolina que hace funcionar para que una persona actúe y asesine y para eso necesita un estado anímico muy exaltado. La función de esa narrativa es crear esas emociones negativas: el odio, el victimismo, el rencor, señalarle quién tiene la culpa de todo lo malo que le ocurre y animarle a actuar. En última instancia, el que actúa debe creer que la voluntad la pone él, la narrativa vendría de fuera pero él pone la acción y por tanto, responsable del asesinato.
Aquellos que cometen los asesinatos son una especie de «ojos sin mente», ¿hay un modelo orgánico que siguen las bandas terroristas?:
Las bandas terroristas y violentos siguen un modelo. Están los intelectuales orgánicos que leen, elaboran artículos, y los receptores del mensaje, que reciben información y la transforma en su emoción. Txabi Etxebarrieta, primer etarra que mata y primero que muere, era un líder político. Pero el 90% de los etarras no leen, no escriben, son agentes. Y los intelectuales que están en un despacho, crean e incluso nunca han pisado ETA, como Telesforo Monzón, consejero del Gobierno vasco en la guerra civil y líder del PNV en el exilio. Él nunca estuvo en ETA y jamás cogió una pistola pero escribió las canciones que animaban a los jóvenes de ETA a actuar.
Es fácil detener al etarra pero complicado ver quién está detrás del etarra y les incita al odio.
¿Qué dificultad se encuentra el historiador?:
Los archivos de la Administración, los testimonios de exetarras son difíciles de conseguir y acceder a ese tipo de información. Y la documentación de la propia banda terrorista ETA, porque mucha está en manos de las Fuerzas Policiales. Por ello tenemos agujeros negros en nuestras publicaciones. Con la creación del Centro Memorial de las Víctimas esperamos que esto cambie y nuestra labor sea más sencilla.
Gaizka Fernández, como profesor de secundaria de Santoña, ha explicado también la importancia de la educación en el País Vasco para contar la versión correcta a los más pequeños:
La educación es una de las claves en crear los mitos históricos. Hay que puntualizar que la educación en el País Vasco no es igual en todos los sitios; pero es cierto que en un sector sí hay una transmisión de ideas de una historia falsificada y hay un sector de la educación que sí está utilizado para manipular las mentes. El problema es que se ha utilizado la educación para justificar el terrorismo. Por ello, el Centro Memorial de Víctimas de Terrorismo tiene que actuar también para dar educación veraz, intentar dar historia y no mitos.
Su ponencia se titula ‘Mitos que matan. El relato del nacionalismo radical vasco’, pero ha reconocido que tuvo que rectificarlo porque se dio cuenta de un detalle:
Raúl López Romo leyó mi borrador y me indicó que la fisura clara era que los mitos no matan, matan las personas con nombres y apellidos. Pueden estar animadas por mitos o por circunstancias y son ellos los que toman la responsabilidad.
El mito es importante pero la persona que toma la decisión es el ejecutor. Las circunstancias ayudan a comprendernos pero tú eres al hacer la acción el responsable.
El peligro de los historiadores que como Gaizka se dedican a explicar el relato vasco es que puede entenderse que están ayudando a buscar una coartada. Él respondía:
Es un peligro porque se confunde lo que hacemos con una justificación. No se trata de justificar sino de comprender, que es muy diferente. Los historiadores no tratamos de justificar a ETA o hacer que fue menos malo sino que intentamos explicar por qué una serie de personas lo hicieron, y esa es la clave.
Si llegamos a comprender por qué una serie de personas matan a otras, nos permite a otros ámbitos sociales como los políticos evitar que vuelva a pasar en un futuro. Si esta serie de cosas animan a la violencia igual podemos quitarlas. Si no nos animamos a comprender los mecanismos de cómo funciona la violencia, nunca evitaremos que se elimine.
La figura de Sabino Arana ha estado muy presente en la ponencia de Fernández Soldevilla:
Sabino Arana se da cuenta, cree que todo lo malo que le pasa a Euskadi, la industrialización, la llegada de la inmigración a España, la pérdida de la religiosidad, de la moral pública; todo lo achaca a un enemigo. Busca un chivo espiatorio y es España. Por tanto, si España desaparece se volverá a una situación idílica, es un movimiento típico de todos los movimientos nacionalistas. Le endosa a España los males de la humanidad y la odian.
Ese sentimiento infantil es peligroso porque si sigues achancando todos los males a otro y los haces de manera política y convences de que es así generas un problema político provocando violencia. Sabino Arana nunca incitó a la violencia pero hizo una narrativa que podría tener una lectura violenta.