Como decíamos ayer, es significativo que los medios que se lanzaron en tromba en 2015 contra el Comisario Villarejo, por osar por su cuenta investigar a Ignacio González y más tarde, como jefe de lo que bautizaron arteramente como ‘policía política‘, ponerse en cabeza de las pesquisas contra los Pujol, ahora que está en prisión el ex presidente de la Comunidad de Madrid, todos permanezcan mudos.
Ya nadie recuerda que en 2012 gracias a la publicación de un borrador de la UDEF, confeccionado con los datos conseguidos por Villarejo, gracias a la muy loable colaboración de Victoria Álvarez y a los datos que filtraban interesadamente gente muy cercana a los Pujol, entre otros Javier de la Rosa, toda la opinión pública supo de las actuaciones ilícitas del poderoso Clan catalán.
Si se ojean las noticias de la época, la campaña fue brutal. Se hacía hincapié, para desautorizar su contenido, en que se trataba de informes ‘sin autor conocido’. El propio Comisario de la UDEF, temiendo ser sancionado por la filtración y presionado por Cosidó, no solamente negó que su unidad policial fuese la autora, sino que declaró que nunca se habían hecho este tipo de informes.
Lo que es más chusco, se prestó a ir a Cataluña, justo tres días antes de la elecciones autonómicas, a repetir allí esa mentira. Lo hizo porque le convenía, porque el Juez del Palau le había invitado a tomar café en lugar de citarlo formalmente.
Justificó ese café con su Señoría, alegando que Cosidó personalmente se lo había ordenado.
Es la primera vez en la historia judicial que un magistrado te invita a tomar café, verbalmente y no por escrito como es preceptivo, y termina imputándote por desobediencia si no acudes. La posibilidad de esa imputación fue lo que tanto Vázquez como Cosidó alegaron ante el resto de la cúpula de Interior, cuando se les reprochó su conducta.
Si hay que sacar conclusiones, la única lógica es que les asustó el jaleo y optaron ‘prudentemente‘ por apaciguar a los dirigentes políticos independentistas.
En 2012 fue incesante la referencia en todos los medios de comunicación, especialmente los catalanes, al borrador diciendo que contenía datos falsos y calumniadores contra los Pujol. Llegó incluso el Fiscal Jefe de Cataluña a atacar a los periodistas Inda y Urreiztieta tildándolos de delincuentes.
Pero fue en 2015 cuando González llamó a arrebato contra el Comisario «tocapelotas», usando todo el poder que le daba el regar con la publicidad institucional a sus medios amigos.
Durante semanas, la portada del País, muchos digitales y el telediario de TeleMadrid abrieron cotidianamente con detalles íntimos del díscolo comisario, poniendo especial hincapié en sus bienes, empresas y situación laboral.
A la cacería, infructuosa por cierto, se apuntaron pronto el varias cadenas de TV y radios, donde los tertulianos de plantilla se dedicaron linchar a Villarejo prersentándolo como el paradigma de todos los males. En otras palabras, por hacer lo que quizá deberían haber hecho mucho antes otros con mayores responsabilidades y cargos.
Durante 2015, se abatió sobre Villarejo lo que en comunicación se puede denominar ‘la tormenta perfecta’.
No solo había hurgado en el patrimonio del poderoso político madrileño, también había obviado la bula que altas instancias otorgaban a los Pujol, y para colmo había expuesto en público las vergüenzas de unos cuantos y para colmo había señalado las extrañas actividades del jefe de los servicios de inteligencia, atreviéndose a señalarlo a él personalmente, no a la Corporación que dirige, con quien Villarejo siempre tuvo una relación de respeto y consideración, en especial con los agentes de campo que se juegan la vida en los lugares más arriesgados.
Afortunadamente para los españoles, ya no cuela el envolverse en banderas para blindarse, en la catalana, en tal o cual partido e incluso en la Casa Real para tratar de ser impune ante la ley.
A partir del momento que se decide destruir a toda costa al comisario ‘tocapelotas’, los expertos en campaña de imagen, entre los que debe destacarse los que hacían ese mismo cometido en las altas instituciones del Estado, lanzaron tres mensajes: hay una guerra de Comisarios, unos buenos y otros corruptos; Villarejo es el jefe de las ‘cloacas de Interior’ y para redondear el asunto, resulta que además posee una fortuna que no corresponde a un policía, luego su origen es oscuro.
Con ello, establecieron lo que en derecho se denomina la «prueba diabólica», acusar a alguien de algo que no ha hecho con lo que es muy difícil que pueda demostrar que no ha estado en un sitio al que nunca ha ido.
Ha sido inútil que quedara demostrado que nunca tuvo relación con el pequeño Nicolás, que fuera un jubilado de 85 años a quien señalaron como el comisario Villarejo y que siga imputado por haber inducido a otros a que instales un programa espía en el teléfono de su odiado Marcelino Martín Blas.
Además de no admitir el Juez Zamarriego la denuncia que Villarejo le presentó alegando que se había falsificado a sabiendas un informe donde se le señalaba en un lugar al que nunca fue, el magistrado ni siquiera admitió un informe de la policía Científica que aseguró de manera categórica que nunca existió tal programa.
A mayor abundamiento, como es posible imputar al inductor de un supuesto delito y no imputar a los autores materiales conocidos, como se puede tener imputado a Villarejo bajo la acusación de que convence al DAO para que ponga un programa espía (que no existe) y estar el DAO sin imputar.
Como no se admitió la denuncia del DAO donde da todo lujo de detalles de las maniobras ilícitas de Marcelino y de las falsificaciones que hizo?… Ahí están los hombres de negro que visitan la Plaza de Castilla.
En más capítulos, todos los detalles de las presiones sufridas por Villarejo para no investigar a los PUJOL, entre otros.
