Lo de Gabriel Rufián es un esperpento en sesión continua. Ya no distingue entre la esfera tuitera, estar de cañas, la tribuna del Congreso de los Diputados o el juicio de los golpistas en el Tribunal Supremo.
Este 28 de febrero de 2019, cuando le preguntaba la acusación popular, encarnada por Vox, el de ERC se despachaba de este modo tan áspero:
Responderé al señor Smith y a su compañero de Vox [Pedro Fernández] porque me lo ha pedido la defensa, pero me parece una vergüenza que estén aquí.
E insistía en señalar que:
Me parece una vergüenza que se les permita ser acusación, que estén aquí como partido xenóbofo y racista.
El presidente de la Sala, Manuel Marchena, cortaba a Rufián para permitir a Vox que hiciera su pregunta sobre si tuvo o no conocimiento de que la comisión judicial que registró la Consejería de Economía de la Generalitat el 20 de septiembre de 2017 tuvo que salir por un edificio colindante ante el acoso al que habían sometido centenares de personas a esos agentes.
Rufián negaba la mayor y soltaba con todo el desprecio del mundo:
Es una fake new como que el castellano está perseguido en Cataluña.