Mneudo palo se ha llevado Oriol Junqueras (La Fiscalía y su alegato final: «El ‘procés’ fue un golpe de Estado en el que hubo violencia»).
Siempre jugó la baza de ser el hombre bueno, el rostro amable del independentismo (Raúl del Pozo hiela la sangre a los golpistas catalanes con tres avisos demoledores que dejan despeinado a Puigdemont).
Y en su primera declaración en el Supremo, cuando comenzó el juicio del 1-O, volvió a recurrir a esa estragegia (La Fiscalía pide que no se conceda el tercer grado a los golpistas catalanes hasta cumplir la mitad de la pena).
«Amo a España, amo a sus gentes», dijo engolado Oriol Junqueras ante el tribunal que le juzga.
Este 4 de junio de 2019, varios meses después, la Fiscalía ha dinamitado la excusa favorita de Junqueras, desde aquella frustrada operación diálogo y su ya icónica fotografía poniendo sus hombros, amable, sobre la entonces vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría.
Ha sido el fiscal Javier Zaragoza, un veterano en estas lides, el que ha dejado tocado y hundido a Junqueras en una sola frase.
La imagen de su abogado, Andreu Van der Eynde, que ilustra esta información, vale más que mil palabras.
«Es uno de los más importantes promotores de estos hechos delictivos y el motor principal de la rebelión», ha dicho el fiscal. 18 únicas palabras. Pero poco más que añadir.
