El ‘toque’ es de lo que quedan en un lugar destacado en las hemerotecas, porque ha sido antológico (El juez Marchena pone firmes al mosso chuleta del 1-O y el indepe Albert Donaire se caga ).
Lazo amarillo, gafas amarillas y reloj amarillo. El cantautor y exdiputado de Junts pel Sí Lluís Llach llegó al juicio contra los golpistas del ‘procés’ catalan, este 29 de abril de 2019, con toda la parafernalia al uso.
Dejó clara su postura desde el primer minuto, cuando el presidente del tribunal, Manuel Marchena, le preguntó si mantenía alguna relación con los acusados:
«Profunda amistad», contestó.
Pero por si había alguna duda, aprovechó también el interrogatorio de Vox para recordarla.
«Presidente, con su venia, quisiera expresar que como ciudadano homosexual, independentista y aspirante a ciudadano del mundo, estoy en desacuerdo con que me hagan preguntas».
Con tono tranquilo, el magistrado le explicó que acudía como testigo y no como político:
«Viene exclusivamente a responder lo que le pregunten».
A partir de esa advertencia, la comparecencia fue como la seda.
Marchena ni siquiera le dejó terminar su crítica a Vox.
«Bien, mire…«, comenzó diciendo.
Tras un par de segundos en los que buscó las palabras adecuadas, el juez le recordó entonces los motivos por los que había sido citado como testigo:
«Viene aquí exclusivamente para responder aquello que se le pregunte, que siempre debe tener un contenido fáctico que usted percibió. Estas afirmaciones que hace, que son respetables al máximo, desbordan el motivo de su llamada y de su presencia aquí. En consecuencia, la sala le respeta absolutamente en su ideología, en su modelo de vida…».
Llegados a ese punto, Llach le interrumpió, pero el magistrado no entró al trapo:
«Absolutamente en todo»
Llach acudió al Supremo a petición de la acusación popular ejercida por Vox, que puso el foco en su participación en la manifestación del 20-S frente a la Conselleria de Economía de la Generalitat.
«Yo no vi en ningún caso violencia contra el vehículo de la Guardia Civil, no vi a nadie golpeando con una piedra».
A preguntas de la Abogacía del Estado, el exdiputado fue un paso más allá y dijo que desconvocó la protesta junto a los líderes de la Asamblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural:
«Me pidieron a mí y a otras personas que les acompañáramos al escenario para la desconvocatoria. El señor Cuixart se la cargó porque él fue el primero y a mí en un escenario nunca me habían silbado así, con perdón».
La Fiscalía no quiso hacer preguntas, pero las defensas aprovecharon su comparecencia para insistir en que el 20-S fue una protesta pacífica.