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Gonzalo Boye: la pringosa peripecia hispana y los millones de un secuestrador y (presunto) blanqueador del narcotráfico

No cabe aquí un tonto más. Tampoco queda hueco para más caraduras y maleantes.

Sólo en un país como España alguien como Gonzalo Boye, abogado de Carles Puigdemont y condenado a 14 años de cárcel –estuvo 6– por colaborar con ETA en el secuestro de Emiliano Revilla en 1996, disfrutaría de un trato tan complaciente y adulador por parte de algunas de esas televisiones erigidas en terminales mediáticas de la izquierda.

En LaSexta de Antonio García Ferreras sale con frecuencia, a veces como experto jurídico y otras a opinar sobre la democracia española, inexistente según su criterio.

Gonzalo Boye pontificando en LaSexta de García Ferreras.

Por supuesto, también en la televisión pública catalana, donde Boye se ha paseado y se sigue paseando a conveniencia, erigido en brazo jurídico del golpismo.

El personaje, al que el Colegio de Abogados de Madrid lleva años mimando con conferencias, a las que han ido en tropel invitados como ponentes jueces que cobraban o se llevaban siempre un buen regalo, ha sido socio periódístico de Nacho Escolar en el podemita ‘diario.es’ y ejercido de editor en la revista Mongolia, entre otras cosas.

Artículo en ‘El Mundo’ sobre la detención de Gonzalo Boye, por colaborar con ETA.

Todo en este personaje es indigno, pero, sin embargo, su figura ha despertado una insólita veneración en determinados sectores del mundo empresarial periodístico –donde hizo sus pinitos– que lo encumbraron a la categoría de defensor de los derechos humanos con una indignante ligereza y falta de ética.

Sólo en España alguien como Boye, colaborador de ETA y ahora investigado por blanqueo de capitales del narco Sito Miñanco, podría gozar de ese reconocimiento, porque en cualquier otra nación estaría aplastado por el oprobio y el rechazo social.

Aquí no, porque aquí figuras con un pasado y un presente tan oscuro como el de Boye siguen dando lecciones magistrales de moralidad, tras haber sido rehabilitado civilmente por la izquierda radical y los golpistas independentistas catalanes.

Gonzalo Boyé con el prófugo Puigdemont.

El caso de Boye es paradigmático de la forma de obrar de algunas televisiones que «reinsertan» a personajes funestos ofreciéndoles la más amplia cobertura sin pararse a pensar de dónde vienen, a quién sirven  –a la estrategia golpista– y a quiénes sirvieron –en este caso a una banda terrorista y, presuntamente, a un narcotraficante–.

Todo con tal de que lance bastante munición, en forma de comentarios de vileza insoportable, contra quienes no se dejan amilanar ni les flaquean las piernas a la hora de defender el marco constitucional y el Estado de Derecho.

Lo peor es que después de conocerse que Boye está siendo ahora investigado por un presunto caso de blanqueo de capitales relacionado con el narcotráfico, muchos dirán que todo es una venganza del Estado español. Solo es cuestión de esperar.

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