Como diría el gran Josep Pedrerol, ¡ha quedado retratado!
Cierto es que ya se sabía que varios altos cargos de la Junta de Andalucía en la época en la que el PSOE gobernaba prácticamente a golpe de mayoría absoluta o con la muleta imprescindible de Izquierda Unida dilapidaron dinero público en todo tipo de vicios, burdeles incluidos.
La última etapa de Manuel Chaves al frente de la Junta de Andalucía, 2004-2009, fue especialmente un chollo para cargos como el que ocupaba Fernando Villén, que fue director de la Fundación Andaluza Fondo de Formación y Empleo (Faffe), y que se gastó entre 2004 y 2010 nada menos que 32.566 euros de dinero público.
Y, tal y como recoge este 24 de junio de 2020 el diario El Mundo, no precisamente ese dispendio fue para invitar a cañas y tapas a los amiguetes, sino para entregarse por entero a los placeres carnales en, al menos, cinco burdeles.
El juez que lleva la investigación ha localizado tres locales en Sevilla, otro en Córdoba y un quinto en la provincia de Cádiz, concretamente en el municipio de Chiclana de la Frontera.
Pero, por si la historia no fuera lo suficientemente truculenta, este alto cargo contaba con el respaldo de la directora económica y financiera de la Faffe, Ana Valls, quien se prestó nada más y nada menos que a simular el reintegro en metálico del dinero gastado con las tarjetas recurriendo a facturas falsas para tapar el verdadero uso que se le estaba dando a los fondos de la fundación.
Según detalla el magistrado José Ignacio Vilaplana:
Villén, en connivencia con la directora económica financiera de la Faffe entre 2004 y 2010, idearon un sistema por el que se simulaban los reintegros de los referidos cargos realizados por el investigado, de forma que, en los Libros Diarios de la Faffe, constan asientos de devolución de las citadas cantidades que no se corresponden con la realidad.
El juez no tiene la menor duda de que toda esta mecánica resultaba irregular a todas luces:
Tal mecánica financiera y de control contable resultaba de todo punto irregular pues, sin perjuicio de que éste no era un procedimiento correcto para llevar a cabo la correspondiente devolución, lo cierto es que, en todo caso, cada ingreso por devolución de lo gastado indebidamente debía ir acompañado del concorde ticket de gasto o factura, al que se añadía al dorso el programa, subvención y curso al que se adscribía. Para aparentar las devoluciones, los acusados simulaban devoluciones de anticipos, dietas, gastos, viajes y otros inexistentes.
