Todo es muy turbio, pero crece la sensación de que el socialista Pedro Sánchez tiene agarrado por dónde más duele a Pablo Iglesias: los pufos, pifias y delitos de Podemos.
Veremos como evoluciona la campaña electoral del 4-M, pero paralelamente a lo que pase en Madrid, donde el PSOE puede pegarse un buen cacharrazo, en La Moncloa andan muy pendientes de los acontecimiento en Cataluña, dónde el fugado Puigdemont no deja de enredar y presiona para que el independentismo deje de respaldar al líder del PSOE.
Por el momento y debido a que sólo tiene 120 diputados en el Congreso, el PSOE necesita para todo a Podemos y a los proetarras vascos, golpistas catalanes y zarrapastrosos periféricos que Iglesias lleva de cuadrilla, pero a medida que se acerquen las elecciones generales, las cosas irán cambiando.
Para empezar y marcando territorio, Sánchez no permitió este 30 de marzo de 2021 a Iglesias salir a lo grande La Moncloa.
El del moño no compareció en la sala de prensa del Consejo de Ministros, y tuvo que despedirse con un vídeo privado en el que sugirió que el Gobierno de coalición tiene fecha límite y que Podemos carece de más cheques en blanco para el PSOE.
Sin cargar la mano y usando a los tertulianos de la ‘Brunete Pedrete‘ y todas sus terminales mediáticas, el equipo de Sánchez ha transmitido la idea de que Iglesias se va del Ejecutivo sin haber hecho nada de provecho.
Que se ha limitado a montar bronca, sin ejercer ni una sola de sus funciones como vicepresidente encargado de asuntos sociales, y sin visitar una sola residencia de ancianos o un hospital durante la pandemia más dramática del planeta en un siglo.
Se guardan en el cajón, movilizar a la Fiscalía y todos sus resortes judiciales, si el de Podemos se pone bravo.
Por el momento, lo dejan a la intemperie, confiando en que se la pegue el 4-M.
Al margen de eso, la oportunidad que brindan ahora las urnas a los madrileños es de oro para cerrarle el paso definitivamente a Iglesias e impedir su retorno a la política, porque nadie ha hecho tanto daño a la pacífica convivencia ideológica de millones de ciudadanos en tan poco tiempo.
El del moño, para Ivan Redondo y los bien pagados gurús de Sánchez, es un líder con fecha de caducidad, cegado por la soberbia.
Un tipo que ha cometido tremendos errores, dilapidando su capital político en purgas de corte soviético, que le han permitido ahormar a su imagen y semejanza la formación morada, para beneficio económico y social de si mismo, su cónyuge y los fieles de su entorno.
Revela este 31 de marzo el diario ‘ABC’ un informe de la UDEF, remitido al juez que investiga si hubo financiación ilegal de ese partido, en el que la policía judicial cuestiona las coartadas presentadas por la formación política para justificar los pagos a la consultora-tapadera Neurona.
El documento identifica decenas de archivos del partido que no tienen nada que ver con la campaña electoral de abril de 2019, que era el ‘gancho’ para los pagos, por lo que muchos de aquellos gastos parecen ser puro maquillaje contable.
Incluso, constan conversaciones en las que uno de los implicados en la realización de trabajos pregunta a través de internet cómo podía alterar técnicamente la fecha de los archivos para falsear el momento real en que se hizo la asesoría electoral. Los dirigentes de Podemos tienen a su favor la presunción de inocencia que siempre negaron a cualquier miembro de otros partidos.
Pero un informe de la UDEF suele tener a nivel judicial una validez extraordinaria, y lo que se constata en él es tal cúmulo de irregularidades no explicadas aún por Podemos, que necesariamente tendrá que verse ampliada la lista de imputados.
Hay que esperar, porque los tiempos de la Justicia española son lentos, pero cada vez hay más indicios que incriminan a Iglesias y a su socio y compinche Juan Carlos Monedero.
La salida de Pablo Iglesias del Gobierno socialcomunista y del Parlamento se salda además con otro inopinado reproche, esta vez del Departamento de Estado norteamericano, que en la última edición de su informe sobre la situación de los derechos humanos en el mundo denuncia que el Gobierno de coalición Sánchez-Iglesias comete actos de «violencia y acoso» contra la libertad de expresión y, en especial, contra la prensa conservadora.
No es una novedad que miembros concretos de este Gobierno han dirigido «ataques verbales directos» a periodistas y medios.
Lo nuevo es que sea una diplomacia como la estadounidense la que tenga que constatar, denunciar y lamentar que en España se estén vulnerando libertades fundamentales utilizando para ello la mesa del Consejo de Ministros.
El que deja Iglesias es, en efecto, un Ejecutivo que ha amenazado con cerrar medios privados y con encarcelar a periodistas.
Por eso, Estados Unidos alerta contra los peligros del populismo extremo, ese que tan bien ha representado Iglesias para sus estrictos intereses personales, y que tan mal está sentando a la salud de nuestra democracia.
