No es sólo un nuevo error; es una pifia antológica que bordea lo delictivo, porque pone en evidencia -como pasa en prisiones y en otros ámbitos- que no hay previsión alguna, no funcionan los sistemas de seguridad y al mando, en el Ministerio del Interior, están una panda de ineptos y patosos, dirigidos por un sectario llamado Marlaska.
Hoy nos enteramos de que la puesta en libertad condicional del asesino del niño en Lardero no es la única irresponsabilidad que han denunciado los funcionarios de prisiones en los últimos tiempos.
Los profesionales encargados de las cárceles denuncian ahora que el hombre del ministro Fernando Grande-Marlaska en Prisiones, Ángel Luis Ortiz, ha desoído innumerables denuncias por ataques y agresiones de los presos a los profesores.
Y con ese escándalo todavía coleando, salta el de Palma.
El vodevil del pasado 5 de noviembre de 2021, en el aeropuerto balear, no puede ser tratado como una simple brecha en el dispositivo de seguridad de Son Sant Joan.
Sabían o deberían haber sabido que la cosa pintaba fea, porque uno de los marroquíes arrestados, de entre los 24 que huyeron por las pistas, tras un aterrizaje de emergencia de un avión procedente de Casablanca, había agredido a un agente de la Guardia Civil en el momento en que éste le requirió la documentación dentro de la aeronave.
Es de chiste, porque no tuvieron para su huida que sortear ningún operativo policial. Se largaron tan panchos.
También es ridículo que salga la delegada del Gobierno, la socialista Aina Calvo, a pretender hacer comulgar con ruedas de molino al decir que «no tiene pruebas» de que fuera un plan premeditado. Las imágenes dejan poco margen a la duda.
Lo cierto es que Francina Armengol ha convertido Mallorca en el paraíso de la emigración ilegal y los ciudadanos están pagando las consecuencias con un exponencial aumento del nivel de seguridad en las calles.
Negar que ésta es una ruta utilizada por las mafias argelinas es absurdo. Salir a la palestra, como ha hecho hoy la presidenta del Govern, para soltar obviedades del tipo de «esto no puede volver a suceder» no hace sino alimentar aún más la evidencia de que las islas están en manos de auténticos ineptos.
La reacción en las redes sociales a los tuits que le escribe a Armengol su equipo de comunicación demuestra hasta qué punto la desprecian en la sociedad balear.
El problema de la emigración ilegal exige respuestas inmediatas y contundentes.
Si a las rutas de las pateras se añade ahora otra a través de sabotajes aéreos la presión será absoluta.
En la calle ya existe psicosis y basta con ver las avenidas de Palma totalmente desiertas cuando cae la noche para darse cuenta de lo que piensa la ciudadanía y del miedo que tiene a poner un pie fuera de su hogar si no es a la luz del día ante lo que se puede encontrar. Lamentablemente el goteo incesante de emigrantes no se va a detener porque cree el PSOE que ahí está la cantera de sus futuros votantes.
En dos años, cuando vuelvan a convocar elecciones, pagarán las consecuencias de su gestión.
Sin embargo lo preocupante es la situación en la que dejarán Mallorca.
Un paraíso convertido en un infierno.