Carlos Carnicero – Zapatero y la nostalgia de la confrontación

MADRID, 5 (OTR/PRESS)

Hace sólo unas semanas, el argumento para frenar las enmiendas presentadas por los militantes socialistas sobre el aborto, la laicidad y la eutanasia era la voluntad reciente de los electores, que habían refrendado un programa electoral hace menos de cuatro meses.

Se establecía que los militantes del PSOE no podía modificar lo dictaminado por los ciudadanos. En el inicio del Congreso del PSOE todo ha cambiado.

Los temas estrellas, el leit motiv de este cónclave, son precisamente los que se anunciaban como aparcados.

¿Qué ha ocurrido en medio? Solamente el pánico escénico ante el cambio producido en el adversario. Ni siquiera es importante la sinceridad de la transformación del PP. Lo que cuenta es su apariencia. Y ya no se vislumbra en el horizonte mediático un PP ultramontano y amenazador.

Desaparecido el lobo que asustaba a todas las ovejas hasta el extremo de buscar refugio en la sombra de José Luis Rodríguez Zapatero, lo que procede en este momento es buscar todos los temas que pueden exasperar al PP en su viaje al centro y vincularlo de nuevo con la Iglesia y la derecha más extrema.

Puestos encima de la mesa los temas que más pueden exasperar a monseñor Rouco Varela, la confrontación estará servida. Existe la garantía añadida de que la COPE y El Mundo agitarán esos temas hasta que el PP de Rajoy se vea obligado a una respuesta.

Zapatero es un hombre que maneja las encuestas como los calvinistas la Biblia. Ha detectado que sin enemigo de referencia a quien demonizar, los ciudadanos de tendencia más progresista se empiezan a preguntar por la profundidad de una crisis que el Gobierno niega.

Empiezan a hacer cálculos de las hipotecas en las nubes y se preguntan por qué hace unos meses el PP era xenófobo y ahora es ministro Celestino Corbacho para poner en práctica lo que el PP sólo predicaba.

El mejor método para evitar esas preguntas es la derecha más extrema amenazando las conquistas sociales de Zapatero. Estrategia de manual de George Lakoff, uno de los gurús del presidente del Gobierno.

Los grandes temas de un mundo cambiante duermen en el fondo de los legajos de las comisiones de este Congreso sin que la opinión pública sepa lo que piensa el partido de Zapatero de la crisis de la Unión Europea, de la alimentaría mundial, del déficit energético y de la energía nuclear.

Nada de la dramática esclerosis de la izquierda europea, de la directiva comunitaria sobre inmigración denunciada por la Internacional Socialista a la que Zapatero no suele asistir ni mencionar.

Todo el objetivo de este Congreso es despertar a la fiera dormida, porque Zapatero necesita con urgencia el PP que le permitió fagocitar a Izquierda Unida, tomarles prestados los votos a los nacionalistas vascos y catalanes y llegar al poder sin necesidad de explicar que ser de izquierdas es algo más que un trámite de proclamación y que debiera exigir la explicación de las recetas y los proyectos para que los ciudadanos tengan menos diferencias salariales y los más débiles, a los que alude Zapatero como si fueran un seguro de su propia vida, terminen por comprobar que en la próxima época de bonanza los beneficios serán repartidos porque hay un partido socialista que lo garantiza.

Nadie puede negar la importancia de los avances en los derechos civiles de las mujeres y en que es mejor un mundo sin crucifijos en las juras de los ministros. Pero la izquierda, sin duda, debiera ser algo más que eso.

Carlos Carnicero.

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