Andrés Aberasturi – Zapatero y/o su discurso

MADRID, 7 (OTR/PRESS)

Sostiene Charo Zarzalejos que Rodríguez Zapatero es su discurso. Me parece un hallazgo que poco a poco se va afirmando y se hace cada día más comprobable.

Ignoro si Charo quiere decir lo que yo he entendido en su frase, pero imagino que más o menos por ahí debe ir la cosa: el presidente es una vocación elocuente y solemne de palabras, un discurso no vacío pero si «irresponsable» (y entrecomillo lo de irresponsable para que nadie lo tome a mal) porque pretende cambiar las cosas sólo con el deseo de cambiarlas, con el optimismo de que van a cambiar, con le fe casi infantil del buenismo, con la fuerza, de definitiva, de un discurso siempre solemne y en el que coloca las pausas donde no corresponden como para tomar impulso para soltar la frase final de carrerilla y repite en ocasiones las palabras como si de esa forma se hicieran más fácil realidad.

No es sencillo entender al presidente del Gobierno y menos aun desde la independencia ideológica. Porque está claro que los partidos sólo hablan para sus amigos y para sus enemigos, pero dejan fuera a quienes nos limitamos a observar la realidad y enjuiciarla con más o menos tino.

Que lo haga la oposición, es grave; pero que lo haga el Gobierno es peligroso, sea quien sea el que está en la oposición o en le Gobierno.

Porque al presidente yo le tendría que decir que no me regodeo nada en la crisis económica sino que la sufro y por eso no me interesa que ataque a quienes según él utilizan estos malos momentos para alcanzar el poder; me importa un bledo lo que haga Rajoy porque Rajoy no firma en el BOE.

Me preocupa lo que haga el Gobierno y, muy especialmente, lo que no haga. Me preocupa que el discurso del presidente se quede siempre en esta permanente declaración de magníficas intenciones que él ofrece convencido de que van a ser realidad, pero no.

El ejemplo más elocuente de lo que digo es la solución gubernamental cuando la crisis enseñó la patita por debajo de la construcción; fue entonces cuando nada menos que el Gobierno solucionó el problema que se avecinaba con esta afirmación: hay que recolocar a los trabajadores que queden en el paro.

Muy bien, pero ¿cómo se hace eso? ¿dónde se les recoloca? Era una propuesta tan absurda que no valía ni como deseo y ahí está la tozuda realidad en forma de cifras de paro y lo que aun se espera.

Confundir los deseos con la realidad es siempre malo, tan malo en política, como sentarse en la puerta a esperar que pase el cadáver de la crisis o confiar todo a lo que decidan en Bruselas.

Algo habrá que hacer además de recordar los 400 euros, la subida de la pensiones etc. Eso ya está hecho y parece que las cosas siguen mal y van a ir a peor; sin regodearme en nada, sino serenamente preocupado, pido medidas que vayan más allá de los gestos y estén más acá de la buena voluntad. Ni con gestos ni con buena voluntad vamos a salir de esta.

Ojala el presidente del Gobierno tenga algo más que un discurso; necesitamos medidas y las necesitamos ya. No lo digo yo; se lo han dicho todos los grupos parlamentarios desde la izquierda a la derecha. Todos.

Tal vez el debate sobre la eutanasia puede esperar un poco o al menos no tapar con su segura polémica, el autentico problema que es la crisis económica.

Andrés Aberasturi.

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