MADRID, 8 (OTR/PRESS)
Rajoy ha dicho que el congreso del PSOE ha sido el de la puesta de espaldas a la realidad y el de los temas que no interesan a nadie, pues lo único que interesa es la economía.
Pues bien, es falso que en el congreso socialista se haya ignorado la economía y mucho menos en las preocupaciones de todos y en el discurso final del secretario general, la mitad del cual estuvo dedicado precisamente a la situación y a los problemas económicos de este país y de los demás.
Y en cuanto a los asuntos que, a juicio del presidente del PP, no importan a los españoles, es asombroso que a estas alturas se nos diga por un responsable político que no importa nada que no sea la economía, en un alarde de economicismo que no hay por dónde cogerlo.
Y más si se tiene en cuanta que durante muchos años la dirección del PP y su presidente no habían mostrado el menor interés por la marcha de la economía y habían sobreactuado permanentemente en cuestiones tan poco económicas y tan distanciadas de la realidad como el España se rompe, la familia se disuelve o Zapatero se arrodilla ante ETA.
Seguimos en la desmesura, en el cambio de la realidad y en la tragicomedia nacional, aunque es verdad que no seguimos igual en el nivel de improperios, insultos y mentiras descaradas.
Y ya nos contarán Rajoy y sus colaboradores directos cuáles han sido los picos de preocupación en su congreso nacional de dos semanas atrás, o en los regionales del pasado fin de semana en Cataluña y Baleares.
Ni siquiera se han enterado de la grave crisis catalana, de los abucheos a la persona que habían mandado como delegada de disciplina de Génova o del quiste que les ha salido con Montserrat Nebrera y su dulcísima derrota con el 43% de los votos de los compromisarios.
Tampoco han reconocido que el PSOE sale de su congreso unido como una piña en torno a su líder y que del congreso nacional del PP salió una solución provisional que para nada ha resuelto las divisiones internas y la falta de pulso para afrontar el inmediato futuro político.
Toda su razón está en reprochar a Zapatero que omita la palabra crisis.
Pedro Calvo Hernando.