Fernando Jáuregui – La semana política que empieza.- Las cosas sensatas de ZP y Rajoy

MADRID, 13 (OTR/PRESS)

Se supone que los periodistas estamos más para criticar que para elogiar a quienes se dedican a la cosa pública. Y a fe que las más de las veces tenemos motivos de inspiración abundantes para lo primero y que las razones para lo segundo más bien tienden a ser escasas. Por eso mismo hay que celebrar las pocas ocasiones en las que nuestra clase política merece el aplauso.

Así, aquí quisiera constatar que este fin de semana se han producido algunas alentadoras declaraciones tanto por parte de José Luis Rodríguez Zapatero como procedentes de Mariano Rajoy: ya sé que las buenas noticias no son noticia, pero a mi entender sí lo es que, por esta vez, se planten algunos retoños en el árbol de la esperanza.

¿Será ahora cuando se sienten las bases para un entendimiento, tan necesario, entre los dos grandes partidos políticos?

Me interesó sobremanera la mano tendida por Rajoy este domingo a un acuerdo con Zapatero en cuestiones varias, desde la inmigración hasta la lucha contra el terrorismo, pasando por el combate contra el referéndum que trata de llevar a cabo Ibarretxe y hasta por una cooperación ante la crisis económica.

Naturalmente que, en su discurso -a mi juicio, importante- de clausura del curso de verano de la Fundación que preside Aznar, y teniendo a su antecesor a su lado, Rajoy no evitó algunas críticas al Gobierno socialista, sobre todo por su mala gestión en una situación económica de la que el presidente del PP no culpó, obviamente, al ejecutivo socialista, aunque sí le achacó no saber manejarla.

Pero el tono era diferente; yo diría que ha acabado la era de la crispación, y la oposición que se va a hacer en el futuro será menos negativa y más constructiva que en la anterior legislatura.

Rajoy, pensando en el encuentro con Zapatero anunciado para el próximo día 23, desgranó algunos puntos para un posible consenso, que no se limitará, confiemos, a un arreglo, ya casi cantado, en el escándalo que está suponiendo el anquilosamiento de la justicia.

Hay muchas más cosas que deberían acordarse para una mejor marcha del Estado. La de Rajoy era la respuesta pública a la oferta que, horas antes, le había telefoneado el presidente del gobierno, citándole a La Moncloa para el próximo día 23.

También Zapatero, más en privado, ha manifestado su esperanza en llegar a acuerdos sustanciales con Rajoy. Mucho dependerá, desde luego, de que ZP sepa recoger el guante que le están lanzando desde el campo contrario.

Pero decía al comienzo de este artículo que este fin de semana se han producido alentadoras declaraciones de los dos principales actores de la política española.

He hablado de Rajoy, y no, hasta ahora, de ZP. Reconozco que me gustó, pese a la grandilocuencia, el discurso del presidente del Ejecutivo y secretario general del PSOE en la inauguración del Congreso de los socialistas andaluces: reivindicó un papel de liderazgo de España en la lucha mundial contra el hambre.

Tenía, obviamente, grabada en el cerebro la imagen reciente de esos inmigrantes, moribundos, sacados de la patera en una grúa para transportar atunes.

Hay quien reprocha a Zapatero su cierta facundia reivindicando un primer papel mundial en algo que compete a todas las naciones; personalmente, pienso que declaraciones como la suya nunca sobran.

Y supongo, quisiera suponer, que este papel será también reivindicado y asumido por Rajoy, cuando, dentro de poco más de una semana, ambos se encuentren en La Moncloa.

Es mucho lo que tienen que hablar ambos, es mucho lo que la clase política española tiene que gritar, conjuntamente, al concierto de las naciones, y es bueno, pienso, que el camino de un consenso en cuestiones fundamentales se pavimente con buenos propósitos y ambiciosos objetivos.

Sólo queda desear que sigan por este camino y que los deseos que expresan públicamente, me parece que compartidos por una mayoría de la ciudadanía, se concreten, ahora por fin sí, en realizaciones.

¿Se ha iniciado la era de la distensión, o estaré, acaso, siendo demasiado optimista?

Fernando Jáuregui.

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